Ricos Tacos Toluca, en el Centro Histórico de la CDMX, ha recibido a miles de vecinos, extranjeros curiosos y hasta grandes personalidades de la gastronomía
“Dos de chorizo verde con papas y cebollitas, mi jefe. A mi taco de obispo échale salsa de molcajete, porfa. Va a ser un kilo de longaniza para llevar”.
Por: Ollin Velasco
Los Ricos Tacos Toluca son los reyes mexiquenses del Centro de la Ciudad de México. Y lo son con todas las de la ley. El local ubicado entre las calles Peredo y López siempre tiene revoloteando a nuevos y viejos comensales que saben que su carne traía del Estado de México es la mejor a la redonda.
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El chef Enrique Olvera ha comido ahí; también el sibarita Marco Beteta y el escritor de gastronomía Alonso Ruvalcaba. Pero lo más importante es que ahí llegan los clientes que viven enamorados de su queso de puerco, su chorizo rojo y verde, su obispo hecho con receta tradicional de la familia y su longaniza famosa desde que en 2003 la primera versión del negocio abriera en un puesto ambulante, a dos calles de donde está ahora.
Sí. Como todos los grandes negocios, los Ricos Tacos Toluca empezaron desde cero. Es más, antes ni siquiera eran una taquería. Eran un puesto improvisado sobre la calle, donde Ted Oliver Rossano Terán, el fundador —a quien en esos rumbos conocen como “El Toluco”—, vendía chicharrón que traía a la capital desde su pueblo, Mexicaltzingo.
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Aunque en dicho municipio del Estado de México ese producto es la cúspide de la sazón y del éxito de todo lo que tiene que ver con él, acá no fue tan taquillero. Al señor Rossano Terán le sugirieron mejor poner un puesto de tacos. Lo hizo. Se trajo todo de allá. Y, en efecto, empezó a irle mucho mejor.
Pronto los vecinos y personas que trabajan por la zona se dieron cuenta que sus productos eran buenos y distintos de todo lo de más alrededor, y pasaron la voz. Los Ricos Tacos Toluca crecieron y ya no se dieron abasto en la calle. En 2009 migraron al local donde se ubican ahora: con un poco más de espacio personal, bancas para que los primeros que lleguen puedan sentarse y el sazón de siempre. Los embutidos los elabora la familia de Rossano Terán, así que sus preparaciones no han cambiado.
El trajín de su carne empieza desde un día antes, pero se transporta hacia la Ciudad de México desde las cinco y media de la mañana. Una vez que llegan al Centro el dueño, su esposa e hijo, así como algunas personas que los auxilian, se encargan de hacer las salsas, fritar las papas, las cebollas. Alistan todo y dejan el lugar listo para alzar sus cortinas metálicas a las once y media de la mañana, y volverlas a bajar a eso de las cinco o seis de la tarde.
Llévele, que los Ricos Tacos Toluca se acaban pronto. Es rara la ocasión en que quede algo de los más de 60 kilos de creaciones mexiquenses que ofrecen todos los días. Los cerca de 600 tacos que salen de ahí arrasan. Los favoritos son los de cecina, chorizo verde y obispo. Pero casi todo se acaba. Y qué bueno que sea así.
Ya se cumplieron 10 años de que esa embajada taquera expende sus delicias cocinadas sobre una plancha a todos los transeúntes y curiosos de comprobar a qué sabe ese chorizo verde; ese salchichón de molida de cerdo con epazote, cilantro y almendras que luce tan apetecible sobre dos tortillas con grasita; ese taco que puede ser de cualquier cosa y se ve tan perfecto coronado con el guacamole picoso del que todos hablan.
En serio, este lugar es un infaltable para conocer verdaderamente a qué sabe el folclor de la capital mexicana. Ve y pide cualquier cosa que tengan disponible antes de las cinco y media. Valdrá la pena cada mordida.