¿Ya estás listo para pedir calaverita este año? Te contamos la historia de esta tradición con raíces prehispánicas y algunos tips para celebrarla al máximo
“Pedir calaverita” es una tradición que muchas veces se asocia a Halloween y a Estados Unidos, pero sus raíces en realidad comenzaron en lo que fuera Tenochtitlán. Conoce más del ritual más divertido del Día de Muertos.
Por Michelle López. Imágenes: Shutterstock
Esta semana salió a relucir la historia de una madre de familia en Rancho Cucamonga, una zona afluente de San Bernardino, California, quien envió un mail a todos sus vecinos para que se abstuvieran de comprar dulces “baratos” para dar calaverita a los niños. De acuerdo con la mujer, para demostrar correctamente el status de la zona sólo serían aceptables barras de chocolate tamaño estándar o king size; en caso de tener miniaturas deberán darse entre cuatro y seis, el equivalente de una barra normal. “De alguna forma los dulces baratos para Halloween se han infiltrado en nuestra comunidad, y esto debe parar.” ¿Cuál es el protocolo correcto para observar esta tradición?
Aunque el trick-or-treat es asociado a Estados Unidos, nunca ha sido extraño ver en México a niños que también salen a pedir dulces; la diferencia es que al otro lado del muro pesa además la amenaza de que si la persona visitada se niega a cooperar, puede ser víctima de una broma – de ahí la frase “¿dulce o travesura?”.
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Una de las historias asociadas a “pedir calaverita” habla de un niño macehual huérfano que era demasiado pobre para comprar comida para la ofrenda de sus padres, de modo que salía a la calle a pedir de hogar en hogar que le dieran frutas, dulces, o pan. Con la colonia esta práctica se hizo popular, y los niños salían con una calabaza o chilacayote tallados en forma de calavera y con una vela al interior, y algunos acompañaban la búsqueda de dulces con oraciones. El botín más popular era chacualole, dulce de calabaza con piloncillo.
En algunos pueblos incluso existe un cántico especial para salir en busca de dulces: “Ya llegó la Chilindrina a pedir su mandarina, ya llegó Jorge Negrete a pedir su gollete, ya llegaron los abuelitos a pedir tamalitos. Con los huesos de mi abuela voy a hacer una escalera y gritar mi calavera”. Otro canto, popular en el entonces pueblo de Santa Anita durante los años 30, era: “Muerto, si hubieras corrido no te hubieran alcanzado, pero como no corriste ya te llevan cargando. Alabada sea la hora en que Cristo nació; por salvarnos del pecado bendita sea su pasión. ¡El chacualole!” Tanto las canciones como los rezos siguen vigentes.
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Hoy en día no sólo se dan dulces; también hay quienes prefieren dar o pedir dinero. La mujer de Rancho Cucamonga pide claramente en el correo que mandó a sus vecinos que no se den únicamente pennies o cambio suelto, sino que realmente se note el esfuerzo y les den a los niños algo más significativo.
Si llegan niños a tu puerta, puedes dar tanto los dulces clásicos empacados como chocolates y paletas, como los dulces típicos mexicanos, pan, fruta, o monedas. Eso sí, la mamá de Rancho Cucamonga no está tan equivocada: ¡siempre procura dar dulces de calidad!