Según la Cámara Nacional de la Industria Panificadora (CANAINPA), existen más de 750 piezas de pan registradas en México, ¿cuántas has probado?
El pan en México es importante en varios niveles. Primero, como industria, pues es una de las más grandes dentro del sector alimentario, solo después de la de tortilla de maíz y nixtamal de molienda. Más de la mitad de las unidades económicas dedicadas al pan se concentran en siete entidades: el Estado de México, Veracruz, Puebla, Oaxaca, la Ciudad de México, Sonora y Michoacán.
Por: Andrea Vázquez Azpíroz
Si bien la mayor parte del dinero que genera la industria se concentra los estados antes mencionados, lo cierto es que, en todos los rincones de nuestro país, se preparan piezas de pan diferentes. Según la Cámara Nacional de la Industria Panificadora (CANAINPA), existen más de 750 piezas de pan registradas en México. Es decir, podrías comer un pan diferente todos los días durante dos años y no terminarías de probar las variedades de pan que tenemos.
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Por lo mismo, hacer un estudio sobre la diversidad de panes que hay en nuestro país sería una labor titánica, pero sí existen algunas piezas de pan que podemos identificar en cada estado o municipio. Por ejemplo, en Sinaloa y Sonora se prepara el pan de mujer, que se llama así porque en su receta no lleva huevos. Tradicionalmente, el pan de mujer se rellenaba de piloncillo pero ahora también se puede encontrar de cajeta o mermelada.
En Tecate, Baja California, se acostumbran las barritas de mantequilla y las galletas de pinole y dátil. En Tamaulipas preparan el llamado pan de pan, que es un budín que se hace con recortes de pan de caja. En Coahuila, Aguascalientes y algunos estados más se preparan los lonches, que son tortas que se hacen en pan de sal, que en realidad se llama pan francés. También en Coahuila se acostumbran las deliciosas coyotas, que pueden ir rellenas de piloncillo o de cajeta, para honrar la tradición ganadera de dicho estado.
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En la Ciudad de México abunda el pan francés en forma de bolillo, telera o pambazo, y gracias a eso los capitalinos tenemos acceso a las famosas guajolotas, que son tortas de tamal. En Morelos y Puebla consumen pan de agua, que es similar al bolillo. Y entre los panes más afamados de Puebla también se encuentran las cemitas y el riquísimo pan de Zacatlán, que va relleno de queso rallado.
En Tlaxcala, y para hacer uso de los ingredientes que tienen geográficamente disponibles, preparan el pan de pulque y los cocoles, aunque hidalguenses, poblanos y mexiquenses también los hacen.
El marquesote es popular en Chiapas; está hecho con pinol, azúcar y huevo. En Guerrero hacen las empanochadas, que son bollos aplanados y endulzados con piloncillo, también conocido como panocha; también podrás encontrar los buñuelos y el budín de coco. Famosísimos son el pan de yema oaxaqueño, el birote de Jalisco y las campechanas campechanas (valga la redundancia).
No puedes ir a Veracruz sin probar una bomba: una concha rellena de frijoles refritos y que se calienta a la plancha. En Aguascalientes se preparan mamones, puchas, gorditas de cuajada, panochas, ladrillos y chamucos y en Guanajuato las gorditas de cuajada y el pan de Acámbaro.
Existen algunos panes que se preparan y consumen en todo el país como las conchas, los bigotes, las chilindrinas, los garibaldis, los ojos de buey, ojos de pancha, los chinos, los cubiletes y un muy largo etcétera. Y a ellos también suman los panes de temporada, como el pan de muerto y la rosca de reyes.
Los mexicanos, por variedades de pan no paramos. Lo consumimos dulce, salado, hojaldrado, o sino como galletas o empanadas. Para confirmar que sí hay de dónde elegir, ve a la panadería de la esquina de tu casa. Seguramente los panaderos saben preparar muchísimas más variedades de las que piensas.