Las comidas de los soldados alemanes en las Guerras Mundiales fueron realizadas en varios esquemas, desde los enlatados hasta la comida fresca.
Como bien dijo Napoleón: “Un ejercito marcha sobre su estómago”, es por eso que fue de suma importancia las comidas de los soldados en la Guerra Mundial, pues el alimento es lo que les daba las fuerzas para seguir en combate.
Por Pamela Trejo.
Como ahora sabemos las guerras son las peores formas de dar solución a un problema, pero en este caso las comidas de los soldados alemanes marcaron datos importantes acerca de la alimentación que cambiaron varios esquemas alimentarios a nivel mundial. En un inicio se pensaba que la manera en la que los soldados podían alimentarse era de lo que podían encontrar en el campo en los terrenos abandonados, pero la realidad es que las bombas y el suelo maltrecho hacía imposible esta tarea.
Si bien existían “las raciones de campaña”, que eran provisiones para los soldados que consistían en latas, proteínas en barras y otros alimentos que complementaban con el saqueo de los alimentos de aquellos lugares en dónde se atrincheraban o descansaban, también existían las cocinas de campo.
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Estas cocinas, según Francisco García Campa, comenzaron a existir a medida del siglo XIX, pero no de la forma en la que pensamos que podría ser una cocina, pues eran unas cocinas portátiles que llevaban el alimento a los soldados en los terrenos en los que se encontraban. Las comidas de los soldados eran principalmente sopas, goulash y guisados, estos pretendían ser alimentos frescos, que se desecaban y algunos se enlataban para su mejor consumo. También existían las panaderías portátiles que llevaban el pan fresco a los combatientes.
Cuando algún pelotón tenía que salir a otra área, los cocineros hacían comida “de marcha” esta consistía en entregar a las unidades la comida que se comerían antes de partir a la misión. Esta comida era en frío y se les ofrecía en un horario específico. Consistía en: pan, carne que generalmente era en embutidos, una porción de queso, mermelada o miel para untar y un sucedáneo de café. Los sucedáneos de café son productos que no se derivan de éste mismo, por ejemplo malta o imitaciones de café que generalmente no contenían la cafeína.
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En estos kits los soldados tenían utensilios para la limpieza de sus armas, cuchillos, cucharas, tenedor y algo muy importante que hasta la fecha sigue sirviendo de alimento de emergencia para todos, unas barritas que ahora contienen proteína pero que anteriormente contenían una cantidad importante de hierro. Estas mismas barritas sólo se podían consumir con el permiso del general a cargo. También incluían: salchichas elaboradas de harina de arveja, que es una leguminosa parecida a un guisante, grasas y especias, carne en lata, galletas saladas, verduras en conserva y sal para darle sabor.