La palabra cocol es de origen náhuatl y no tiene traducción, pero significa apapacho. “Recuerdo que de pequeña, mi abuela acostumbraba a darme un cocol con nata fresca o con crema, acompañado de un buen tarro de café con leche; jamás imaginé que ese pan con intenso sabor anís, tenía tanta historia detrás”.
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El cocol es un pan que ya existía antes de de la llegada de los españoles, se hacía con maíz, miel y semillas; con la llegada del trigo, comenzó el auge del pan en México. Recordemos que durante el gobierno de don Porfirio Díaz, las panaderías de barrio estaban en su máximo esplendor.
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Foto: Wikipedia
Muchas de estas recetas se fueron adaptando, conforme a los insumos locales. Este tipo de pan se elabora con harina de trigo, piloncillo, huevo, mantequilla y anís. Su textura es un poco seca y consistente, en muchos pueblos acostumbran agregar un poco de anís molido a la masa, lo cual le da un tono ligeramente gris a la pieza.
Existen dos tipos de cocoles, los de fiesta que son más amarillos y con bastante ajonjolí por encima y los de clásicos de panadería de pueblo que se hacen con un fermento de miel y llevan bastante anís.
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Receta
- 500 g de harina
- 15 g de levadura
- 2 huevos
- 100 g de piloncillo
- 80 g de azúcar
- 2 cucharadas de anís
- 200 ml de agua
Colocar todos los ingredientes en la batidora hasta tener una masa suave, dejar fermentar media hora. Después formar las piezas y dejar fermentar 15 minutos más. Barnizar y hornear 25 minutos a 200°C.