La guanábana y la chirimoya si bien comparten algunas características, también tienen muchas diferencias, descubre cuáles son aquí.
La guanábana y la chirimoya son frutas exquisitas. Sin embargo, a veces se les puede confundir por sus vastas semejanzas. Por eso, hoy te hablaremos de las múltiples diferencias entre estas delicias, para que la próxima vez en el mercado, sepas cuál estás comprando.
Por Sandra Carolina Jiménez Pedroza.
Si bien su origen no es algo que puedas distinguir en el momento de comprar alguna de estas frutas, lo mencionamos por considerarlo pertinente. Así pues, la chirimoya es originaria de los Andes del Perú.
Mientras que, de la guanábana no se tiene información concreta sobre su origen, no obstante, se le cree proveniente de Sudamérica.
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La cáscara de la guanábana es delgada, verde oscuro, dura, y está cubierta de espinas blandas y flexibles. Por otro lado, la chirimoya tiene una piel peculiar. Pues ésta puede ser clasificada como lisa, impresa (marcas parecidas a huellas dactilares), mamilata (protuberancias en forma de pezón), entre otras. Asimismo, la cáscara de la chirimoya también varía de color. Ésta puede ser verde claro u oscura, pero siempre delgada y frágil.
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La chirimoya tiene un tamaño que va de pequeño a mediano y una forma acorazonada. Por otro lado, la guanábana es más grande que la chirimoya, de hecho, llega a pesar poco más de dos kilos.
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La guanábana tiene una pulpa carnosa, fragante, de color blanco y con varias semillas negras. Y si bien la chirimoya también posee las dos primeras características, lo que la diferencia es que tiene menos semillas.
La chirimoya posee un sabor muy dulce. Por el contrario, la guanábana con frecuencia es más ácida. Sin embargo, para algunos el sabor de ésta fruta se califica como agridulce.
Así que, ahora que sabes todo esto. No dudes en ir al mercado más cercano y darte un pequeño festín bien merecido con estas frutas.