A pesar del clima caluroso, es común que las familias celebren con platillos al horno y postres tradicionales de Europa con frutos secos
Por: Raquel del Castillo
Aquí el clima no se presta para estacionar renos y que Santa vista de terciopelo rojo. Al menos el termómetro andará entre los 27 y los 31ºC. Al ser un país con migrantes, con una gran comunidad italiana, hay un gran énfasis con el pavo, pollo y cerdo horneado además de asados de res, que para ello los argentinos son expertos en la materia, un ritual masculino que procura el anfitrión.
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Un clásico a nivel nacional es el vitel tonel con origen en el Piamonte italiano (vitello tonatto), es un platillo de sabor fuerte que trata de láminas de ternera cubiertas de una salsa tipo holandesa con yema de huevo, lomo de atún, aceite, crema de leche, alcaparras y anchoas. De acompañamiento está la ensalada de papa con huevo y las ensaladas para aminorar el calor en donde reina la de lechuga con jitomate y la rusa de col finamente cortada con mayonesa, zanahoria y chícharos.
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De postres está el pionono, un pastel muy similar al brazo gitano de pan esponjoso y ligero relleno de crema batida, chocolate, dulce de leche y plátano caramelizado al ron (o el relleno de su elección).
Por suerte encontraremos Panetonne, turrones y garapiñados para el final dulce, y esto hace de la mesa algo “raro” pues son elementos de invierno que rompen con lo que podría pensarse de una comida de verano. Además hay tartas dulces y helados.
Además de una botella de Malbec, y espumosos como la champagne, la bebida universal para los festejos se prepara el clericó, preparado con vino -ya sea tinto o blanco-, fruta picada y hielo.
Más vale que Santa y su séquito de cuernudos lleguen con bloqueador, shorts y una cerveza para no morir deshidratados.