Cada 29 de junio, se lleva a cabo una peculiar fiesta en la ciudad española de Haro, dentro en el valle de La Rioja donde se realiza una batalla de vino.
Cada 29 de junio, se lleva a cabo una peculiar fiesta en la ciudad española de Haro, dentro en el valle de La Rioja. Se trata de “la batalla del vino de Haro“, un festival en el que miles de litros de vino riojano se vierten con la finalidad de “bautizar” al prójimo hasta pintarlo de morado.
Por: Pedro Escobar
La tradición, que podría resultar un verdadero sacrilegio para cualquier enófilo, tiene un contexto histórico que se remonta al siglo XV, fecha en que los jarreros de La Rioja comenzaron a establecer las romerías en honor a San Felices de Bilbio, santo patrón de la ciudad de Haro.
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Félix el anacoreta (443 – 540), después conocido como San Felices, fue un ermitaño que vivió la mayor parte de su vida dedicado a la oración en los Riscos de Bilibio. Tras su muerte, sus reliquias fueron resguardadas en lo alto de los Riscos, pero debido a los múltiples milagros que se registraron frente a su tumba, con el paso de los años se construyó una Ermita y se le consagró como santo patrón de Haro.
El origen de los “bautizos de vino” se remonta al siglo VI, cuando los comerciantes de vino de Haro, conocidos como “jarreros” comenzaron a visitar la cueva de los Riscos de Bilibios. Durante muchos siglos, los jarreros peregrinaron de manera desorganizada, llevando consigo vino tinto en abundancia, que en los arbores de la fiesta terminaban derramados sobre hombres y mujeres.
Las romerías en honor a San Felices de Bilibio, popularmente conocidas como “la Batalla del Vino” arrancan el 29 de junio de cada año, minutos antes de las siete de la mañana. A esa hora, los peregrinos llegan vestidos completamente de blanco y con un pañuelo rojo al cuello. La procesión conduce a los riscos de Bilibio; a 6 kilómetros de la ciudad de Haro.
Tras la ceremonia religiosa, los asistentes comienzan a arrojarse vino tinto usando todo tipo de recipientes para ello: botas, botellas, calderos, globos llenos de vino o pistolas de agua. La fiesta termina cuando los asistentes se tiñen completamente de morado o se acaba el delicioso vino, lo que ocurra primero.
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La idea general tras esta curiosa tradición es que la gente coma y beba hermanada en una región en la que los buenos vinos son tan abundantes, que pueden darse el gusto de usarlos como munición. Y como en el valle de la Rioja el vino nunca falta, la tradición de la batalla del vino sigue año tras año. ¿Estás listo para ser parte de esta deliciosa batalla?