Te presentamos 10 fotógrafas mexicanas fundamentales para entender la escena fotográfica nacional. Algunas de ellas presentan su trabajo en FotoMexico.
En México el grito de las mujeres retumba en los monumentos y las grandes avenidas. Así, no sorprende que la tercera edición del festival de fotografía—organizado por el Centro de la Imagen —aborde una gran diversidad de voces y miradas desde la identidad femenina.
Texto por: Eduardo Carrasco
A propósito del presente, pasado y futuro de la fotografía creada por mujeres en el panorama nacional, proponemos una revisión de las 10 fotógrafas mexicanas más fundamentales. Todos los nombres elegidos obedecen a criterios de relevancia actual, el peso de su trayectoria, así como su presencia en la escena nacional e internacional.
Prolífica fotógrafa mexicana conocida por sus series alrededor de la lucha libre (1980-2018). Especial atención merecen las imágenes de Blue Demon y Fray Tormenta. En su trabajo hay una clara influencia plástica que problematiza la idea de lo mexicano, y series como Mano negra (2008), Tomadas con las patas (1992) o Plantillas del Dr. Scholl (1976) dan cuenta de ello, a partir de la resignificación de elementos ajenos a los cánones fotográficos.
La obra de Grobet forma parte de la renovación que sufrió la fotografía y el arte mexicano en general en los años sesenta. El Zeigest de la época la llevó a formar parte de colectivos fotográficos como el Grupo Proceso Pentágono (1969) y el Consejo Mexicano de Fotografía (1977), en donde desarrolló una práctica fotográfica crítica de la realidad, alejada de los paradigmas estéticos anteriores que habían impuesto personajes como Nacho López y Héctor García.
Su participación activa en estos grupos hizo que Lourdes Grobet explorará, hasta el día de hoy, diferentes temáticas visuales como la cultura popular, el nacionalismo y el simbolismo de la tecnología.
Originaria de la Ciudad de México, Graciela Iturbide es una de las fotógrafas mexicanas más representativas de la segunda mitad del siglo XX. Sus primeros trabajos captan el entorno urbano y rural que existía en México a finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta. En su obra también cohabitan elementos documentales y poéticos. En la serie de imágenes tituladas Juchitán de la mujeres (1979-1989) por ejemplo, se aprecia una exploración visual, en donde el lente de su cámara destaca los espacios íntimos y colectivos que moldean las identidades de las habitantes juchitecas. En esos retratos, la naturaleza, el espacio y las mujeres se conjugan para crear un realismo simbólico de cualidades míticas.
La naturaleza y su relación con las personas, también han sido parte de las preocupaciones estéticas de Graciela Iturbide. Naturata (2004) es un relato fotográfico en el cual los paisajes y la vegetación de Oaxaca, Estados Unidos y Mozambique son los protagonistas.
La labor de esta fotógrafa mexicana es incansable. En 2018 colaboró en la campaña de la diseñadora Carla Fernández, quien busca la asociación con las comunidades indígenas de México para evitar la desaparición de los saberes y las tradiciones de los pueblos.
Fotoperiodista con una amplia carrera en el periódico La Jornada y El Sur, las imágenes que Elsa Medina capta con su cámara tienen dos elementos principales: son poéticas y hacen evidente el contexto político y social de México. Galo Ramírez señala en la revista Cuartoscuro, que la cercanía de Elsa Medina con Nacho López le ayudó descubrir a esta fotógrafa mexicana las posibilidades críticas de la imagen. Tal fue la postura que asumió Elsa Medina que sus retratos del terremoto del terremoto de 1985; ya forman parte del imaginario colectivo de los mexicanos.
Su obra también aterriza en proyectos más íntimos, los cuales tienen la intención de desentrañar al fotógrafo como individuo sujeto a una realidad. Por ejemplo, Octubre 8 (2013) es un relato visual que indaga la muerte de su madre. En la obra de Elsa Medina también se puede observar como se crea una poética del paisajes y los individuos. Prueba de esto son trabajos como Cochi (1993), Lancha Tapada (1993) y Marcela (2000).
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Maya Goded presenta, en toda su obra, relatos descarnados y sin paliativos para cuestionar la realidad que le toca captar con su cámara. Esta postura estética y crítica le ha valido ser reconocida en diversos lugares del mundo. Para la tercera edición de Foto México, Goded expone Welcome to Lipstick en el Centro de la Imagen (hasta el 23 de febrero de 2020) una indagación fotográfica que retrata la “zona de tolerancia” que hay en el poniente de Reynosa, cerca de la frontera entre México y Estados Unidos.
Las zonas de tolerancia son espacios ⎯alejados del centro de las ciudades⎯ en donde se ejerce la prostitución. En estos lugares, la realidad y el tiempo se transfiguran para seguir su propia lógica, la cual gira entorno a la explotación sexual de la mujeres en un ambiente degradante y hostil. Las fotografías que componen esta serie son retratos íntimos que buscan ahondar en una realidad oscura creada por un contexto social de violencia.
El trabajo de Maya Goded también ha recaído en la cinematografía. Su documental Plaza de la Soledad (2016) es una investigación sobre el comercio sexual femenino en la Ciudad de México. Esta obra cinematográfica aborda, desde la intimidad, la historia de un grupo de mujeres que sufre los avatares e injusticias de la prostitución en un país en donde el machismo transgrede y limita el cuerpo femenino.
Su temprana cercanía con la fotografía —por el estudio fotográfico que abrió su padre en los años setenta—hizo que Yvonne Venegas pensará en los limites de la imagen y las formas de representación que han establecido, a lo largo del tiempo, los paradigmas de la disciplina fotográfica. Estos principios estéticos la han llevado a reinterpretar el canon fotográfico desde una visión crítica que cuestiona la idea que se ha creado sobre lo femenino.
También, el retrato y la pose frente a la cámara son tierra fecunda para que esta artista de Tijuana cuestione el status quo de algunos grupos sociales que hay en el norte de México. Y es que la forma en que el cuerpo se configura frente a la lente denota como es que los individuos se perciben a mismos y se presentan ante el mundo.
Asimismo, los proyectos visuales de Venegas abrevan de una narrativa intimista en donde se revela la verdadera naturaleza de los individuos. Actualmente esta fotógrafa originaria de Tijuana presenta su trabajo Días únicos: el estudio y su archivo en el Museo de Arte Contemporáneo (MUAC).
El trabajo de Adela Goldbard tiene como objetivo subvertir la realidad. Sus paisajes intervenidos son una composición que intenta poner en el mismo plano visual lo real y lo ficticio. En sus imágenes, los objetos son elementos disruptivos que crean nuevas representaciones y, por lo tanto, nuevas observaciones de lo real. Además de la fotografía, esta artista mexicana utiliza otros formatos como la escultura y el video para construir sus obras.
El contexto político y social de México también es parte de las creaciones de Adela Goldbard, quien ha recurrido a la construcción y destrucción de objetos para hacer una reflexión minuciosa sobre la violencia que existe en nuestro país. Un ejemplo de esto es La Isla de la Fantasía (2012), en donde realizó aviones de cartón y papel para mostrar los trágicos accidentes aéreos que han sufrido algunos políticos mexicanos.
Otra obra de Adela Goldbard que cuestiona el poder es La Quemada pública (2012), la cual muestra, por medio del time-lapse, la creación y quema de una réplica del Salón de las Columnas, sitio emblemático de la zona arqueológica La Quemada en Zacatecas. La intención de este ejercicio fotográfico es reflexionar sobre como el Estado mexicano se ha apropiado de los monumentos históricos para preservar su hegemonía.
Las imágenes de Mayra Martell documentan la manera en que se construyen las identidades femeninas en contextos de violencia. Asimismo, el tema de la desaparición forzada es un tema recurrente en sus fotografías. Desde 2005 esta fotógrafa mexicana ha investigado el problema de las mujeres en Ciudad Juárez. Tal ha sido su labor en este tema que en 2011 obtuvo el primer lugar en la revisión de portafolios que se hizo en el Festival International de Photobook en Alemania.
Sus intereses visuales, de igual manera, se extienden más allá de México y anidan en diversos lugares de América Latina para revelar como la violencia se inserta en la realidad de las personas. En 2012 fundó con otras artistas la asociación civil Diario Latinoamericano, cuyo objetivo es darle voz, por medio del arte, a las poblaciones vulnerables que sufren las consecuencias de entornos hostiles.
Actualmente Mayra Martell ha sido seleccionada para participar en la Joop Stewart Masterclass, una magistral clase que se imparte a los mejores fotógrafas de la escena internacional.
Eunice Adorno crea su obra a partir del contexto de los individuos. Para ella son importantes los espacios de sociabilidad en donde habitan los sujetos, ya que es en este ámbito en donde surgen las representaciones simbólicas de las personas. Las fotos que captura su lente no sólo cumplen la función de dar testimonio, también tienen la intención de sacar, de los laberintos de la memoria, a aquellos grupos que han sido olvidados por la Historia. Tal es el caso de su proyecto Desandar (2019), el cual busca valorar el papel de las mujeres combativas que ayudaron al proceso previo de la Revolución Mexicana (1910-1920). Las mujeres menonitas también forman parte de las exploraciones visuales de esta fotógrafa. En ese conjunto de imágenes son visibles las formas de organización y la realidad que viven estas comunidades de Durango y Zacatecas.
Koral Carballo hace en su proyecto Siempre estuvimos aquí, un revisionismo histórico para redescubrir las identidades ocultas que existen en México. La raíz afrodescendiente de nuestro país, negada en ocasiones por la historia oficial, aparece en el trabajo de esta joven fotógrafa, para buscar establecer un diálogo que permita la construcción de una nueva identidad nacional que englobe a los diversos grupos que cohabitan en nuestro país.
Sus fotografías también muestran la forma en que los individuos en contextos de violencia desmedida han sido despojados de sus espacios de sociabilidad. Con el título de Mala hora, Koral Carballo documenta las calles vacías de Veracruz. Aquellas calles que fueron sometidas al toque de queda como parte de las estrategias de la lucha contra el narcotráfico.
El universo de Sofía Ayarzagoitia tiene puntos de contacto con los impulsos y sensaciones que ella tiene como artista al momento de crear y captar una imagen. Sin el concepto de performatividad, su obra no podría comprenderse, debido a la narrativa que crea con sus series fotográficas. El texto escrito es también una herramienta fundamental que utiliza esta fotógrafa de Monterrey para construir sus relatos visuales.
Every night temo ser la dinner son un conjunto de imágenes que retratan su estancia en Lavapiés, un barrio multicultural de Madrid, en donde conoció a Mbagne y sus amigos senegaleses. Cada foto de esta serie tiene como objetivo confortar al espectador para cuestionar sus prejuicios ante una realidad. Este proyecto la hizo merecedora en 2016 del primer lugar de la XVII Bienal de Fotografía del Centro de la Imagen.
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