Pasó siete años en la cárcel hasta que un abogado logró demostrar su inocencia y liberarlo con el clásico “usted disculpe”. Durante esos años transcurridos en el Cereso de Guaymas, Sonora, Alonso Valenzuela descubrió el poder de la cocina y ahora debuta en MasterChef.
Por Michelle López – @Mich_Lv
La primera inspiración culinaria de Alonso fue su madre: aunque ella no le permitía estar en la cocina, desde niño Alonso sentía un profundo interés por todo lo que ocurría entre ollas y sartenes. Años después, esto sería la clave de su supervivencia y recuperación.
Dentro de la cárcel, Alonso retomó la cocina para darle vida a la comida repetitiva que tenía día tras día. Imitaba lo que alguna vez vio hacer a su madre y se dejó guiar por el instinto. Su familia comenzó a llevarle recetarios e ingredientes y ése fue el inicio de su reputación y naciente carrera gastronómica. Los demás presos comenzaron a confiar en sus habilidades y a procurarle más ingredientes para que les cocinara algo distinto a los frijoles y papas que solían ser la comida de todos los días.
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En un lugar donde el pan es tan valioso que se utiliza como moneda de cambio, el poder de Alonso para crear platillos novedosos y reconfortantes le ganó el respeto hasta de los reos más conflictivos y le permitió sobrellevar la vida tras las rejas hasta que su inocencia quedó comprobada.
Incluso estando preso, Alonso tuvo la oportunidad de ver MasterChef y conocer la dinámica del programa. Se enamoró del concepto y de lo que significa, y se propuso algún día alcanzar ese nivel, ahora seguro de que la cocina era su auténtico llamado. Su chef favorito es Benito Molina porque se identifica con él, aunque de cada uno de los jueves tiene algo bueno que decir.
Han transcurrido escasos meses desde la liberación de Alonso, pero su nueva vida va a toda marcha. Rápidamente se convirtió en uno de los favoritos de la audiencia y hoy disfruta la nueva oportunidad que encontró al calor de las ollas.
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