Sea cual sea tu plan para el Día del Amor y la Amistad incluir vino siempre será una buena idea. Te decimos cómo hacerlo con diferentes platillos
Este año las opciones de festejar San Valentín se reducen: hay que hacerlo en casa. Si bien esto es una limitante, también puede ser una oportunidad para disfrutar de la comida y la bebida en un ambiente íntimo y, sobre todo, para aprovechar y entender de otro modo lo que
está sobre la mesa: puede ser un momento para dialogar con y sobre el vino.
Por: Ava García Leeh
Más allá de pensar en complicados maridajes o de saturarnos de información respecto a uvas, estilos y regiones productoras, la recomendación es elegir la bebida al mismo tiempo que el ambiente de nuestra celebración: no es lo mismo una cena formal y de manteles largos que un pic nic al mediodía o un maratón de películas.
Para una celebración informal, al aire libre y acompañados de quesos y carnes frías, la opción es un vino espumoso elaborado con el método tradicional. Gracias a las burbujas, los espumosos son muy versátiles y fáciles de maridar, su acidez los hace muy refrescantes y, como se deben de tomar fríos, son perfectos para un día soleado. Así de paso podemos empezar a romper las reglas y sacar a los espumosos de su confinamiento: no son sólo para ocasiones formales, pueden acompañar también mesas –o manteles de pic nic- informales.
Para opciones menos costosas busca cavas, cremants o vinos espumosos que indiquen en su etiqueta “método tradicional” o “método
champenoise”, son tan buenos como un Champagne y mucho más accesibles.
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Si planeas un menú con quesos como una pasta, una pizza o un fondeu, prueba un Chardonnay con paso por barrica. La variedad se caracteriza por sus aromas a piña y manzana y el paso por barrica le aportará notas a mantequilla clarificada. La vinícola mexicana Casa Madero tiene un digno representante de los Chardonnays envejecidos, al igual que la bajacaliforniana L.A. Cetto.
Para ceviches o aguachiles, la opción es un vino blanco sin barrica: la acidez del vino acompañará a la de nuestros platos. También maridan bien con otros platillos basados en pescados y mariscos, como taquitos estilo Ensenada o incluso un tempura de camarones. Eso sí, hay que ser moderados con el picante; si es demasiado, puede resultar en una sensación desagradable al mezclarse con el alcohol.
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Para una celebración con botanas y un maratón de películas, lo mejor es un vino tinto joven: los aromas a frutos, la acidez y la honestidad de la bebida permitirán que te lo bebas solito, con unos sándwiches, unas tapas o papas a la francesa. Definitivamente una gran opción para un plan de San Valentín tal vez un poco improvisado, sin tanta ceremonia, pero íntimo y en compañía de tu persona favorita.
Si van a pedir o preparar una cena más formal, prueben con un Nebbiolo o un Pinot Noir con barrica. Estos vinos, complejos y elegantes, acompañan a platillos especiados, carnes de cocciones largas y hasta postres de chocolate. Estas variedades requieren su tiempo: se beben lento para que tengan oportunidad de expresarse en la copa y seguramente serán tema de conversación para tu celebración.
Lo más importante al elegir el vino es no tenerle miedo: se vale equivocarse, aprender en el camino e incluso dejar a un lado la eterna prioridad de quedar bien. Este 14 de febrero te invito a elegir un vino que te de curiosidad, que sientas que te va a hacer feliz y que te va a enseñar algo. Deja a un lado el protocolo y privilegia el gozo.