Las cervezas lámbicas son muy poco conocidas en nuestro país, pero su estilo es muy interesante; desde su proceso de elaboración hasta sus características en copa.
Las cervezas lámbicas son muy poco conocidas en nuestro país, pero su estilo es muy interesante; desde su proceso de elaboración hasta sus características en copa.
Estas cervezas son el resultado de la región en donde se comenzaron a producir: Lembeek, Bélgica. De hecho, este estilo es exclusivo de ese lugar porque depende de algo que los cerveceros no pueden controlar: los microorganismos del ambiente.
Las lámbicas, o cervezas de fermentación espontánea, se distinguen del resto de los estilos porque, como su nombre lo dice, fermentan de manera espontánea con levaduras nativas de la región; los tanques con el mosto se dejan abiertos para que la levadura entre y fermente el contenido. Además, esta levadura interactúa con las bacterias que están en el aire. Esto logra una
combinación única de microorganismos que nos regalan cervezas espectaculares.
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En la elaboración de una cerveza de este estilo, el cervecero no añade las levaduras; los microorganismos salvajes hacen todo el trabajo. En lo que sí interviene el cervecero es en el control de los tiempos de fermentación, que son particularmente prolongados; pueden ser de meses o hasta años.
Los modos de producción de este estilo son tan precisos, y se deben tanto a su región, que las cervezas lámbicas están protegidas bajo una Denominación de Origen, que regula su elaboración y la limita a las orillas del río Senne.
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El resultado son cervezas ácidas, con unas notas agrias y de bajo amargor, similares a la sidra o al cava.
Jóvenes: Se fermentan por unos años, pero no se embotellan.
Gueuze: Se fermentan en botella de 1 a 3 años; el resultado son cervezas ácidas y de carbonatación muy baja.
Faro: Lámbicas jóvenes a las que se les agrega azúcar y luego se interrumpe la fermentación. El resultado son cervezas dulces y con una carbonatación alta.
Kriek: Se fermentan con frutos rojos; el resultado son bebidas ácidas y en donde predomina el sabor de la fruta.
En México este estilo no es muy común, pero sí existen algunas marcas que podemos probar para conocer estas cervezas que, sorprendentemente, dependen de su ecosistema, como la marca Lindemans, que tiene estilos Geuze, Faro y Kriek. Acompaña tu chela lámbica con una tabla de quesos, un pay de fresa o un cheesecake.