La sommelier Carolina Martínez Hobart tiene una interesante trayectoria en el mundo de A&B en Quintana Roo, gracias a su dedicación y gran profesionalismo.
Carolina Martínez Hobart nació en la Ciudad de México y creció viendo cocinar a su madre y con un padre que era un gran apreciador de buenos vinos. En su memoria guarda agradables (aún que quizás algo intimidantes) recuerdos de la cava de su padre con etiquetas de colección. En ese entonces, cuando empezó a tomar vino, Caro no sabía nada del tema y dejaba que alguien más decidiera por ella. En cuanto a la gastronomía, coleccionaba recetarios de sus abuelas, de todo México y de los países que visitaba, y le encantaba asistir a programas de cocina en la televisión.
Dice que cocinar siempre la ha relajado, le da mucha paz y así es como le gusta demostrar amor a los demás. Esto la incentivó a aplicar a algunas escuelas de gastronomía durante sus tiempos de universitaria, cuando cursaba Administración de Empresas. Pero, decidió seguir con su carrera, complementando ese interés por la gastronomía con algunos cursos y visitas a restaurantes de la ciudad. Así alimentaba su curiosidad y se mantenía al tanto de las últimas tendencias culinarias, hasta que en 2006 decidió tomar su primer curso de cocina.
Lo hizo en la escuela Le Cordon Bleu Anáhuac del Norte, apenas para llegar a la decepcionante conclusión de que no le gustaría trabajar en una cocina. En 2012 decide dejar la Ciudad de México y venirse a vivir en Quintana Roo y empieza a trabajar con grupo Mera (consorcio de centros de consumo). Dos años después busca Le Cordon Bleu Anáhuac Cancún, esta vez para una certificación en vinos, (¡adiós recuerdos intimidantes!) y terminó enamorada del concepto de maridaje.
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Tomó la certificación como Sommelier en formación por la Asociación Mexicana de Sommeliers. En 2017 cursó el Nivel 3 del Wine and Spirits Education Trust en Napa Valley Wine Academy, becada por el Consejo Mexicano Vitivinícola y por Sagarpa. Cuenta con certificados y diplomas de cursos especializados en vinos de Estados Unidos, Argentina, Historia del Vino y del International Sommelier Guild (nivel intermedio). Estos cursos y su experiencia en la industria de alimentos y bebidas con grupo Mera, fueron para ella la mancuerna perfecta entre la cocina y el vino.
A Carolina Martínez le llegó la oportunidad de ejercer un puesto de sommelier y embajadora de marca de la bodega mexicana más reconocida: Casa Madero. Ahí estuvo por casi 6 años, aprendiendo de grandes personalidades de la industria del vino, sobre el área comercial y la creación de relaciones profesionales. Le encanta conocer la historia y trayectoria de las grandes dinastías del vino en el mundo. Se siguió un periodo de dos años como emprendedora independiente con un negocio de venta de productos gourmet mexicanos por e-commerce y asesorías.
No se pudo resistir a la pasión que tiene por el vino y regresa al área comercial con las importadoras ECM de Vinos y Viparmex. Ahí descubrió más bodegas de otros países, algo que le ha servido bastante en su actual puesto como encargada de vinos en La Mantequería Cancún. Ha sido docente de algunas materias en varios diplomados de vino en el país, en su afán por promover el conocimiento y educación constante. Esto según ella es algo esencial en un sommelier, además de una capacidad de comunicación efectiva, adaptabilidad, poder de negociación y solucionar problemas de forma creativa.
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Caro considera que el tema de sostenibilidad en la producción del vino es importante y debe resultar en un impacto social, ya que los sommeliers son agentes de cambio. De igual forma, se puede usar las nuevas tecnologías y la IA para generar contenidos interesantes (“storytelling“) y modelos de negocio eficientes y rentables. El cambio climático es otro reto que exige adaptabilidad, ya que actualmente las condiciones en los viñedos son diferentes a las de antes, resultando incluso en nuevas regiones.
En cuanto a uvas preferidas, van cambiando a medida que va conociendo diferentes vinos, pero dice inclinarse sobre la uva Pinot (Noir, Blanc y Gris). Algunas de sus bodegas preferidas son Antinori, Chateau Montelena, Catena Zapata, entre otras, y es fan del productor Robert Mondavi y del sommelier Gerard Basset. Si creara un vino propio se llamaría Ethos, con potencial de guarda para poder evolucionar y mejorar, como la vida misma. Para Carolina Martínez, el maridaje perfecto sería, por ejemplo, un Jerez con aceitunas, Oporto con chocolate, vino dulce con queso picante o vino espumoso con ostras.
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Como gran conocedora y profesional, no le teme al peso de las guías de puntaje: son una referencia, pero se puede contrariar estilos impuestos por los críticos. Confiesa que, siendo mujer en un mundo de hombres (con jefes que la trataron respetuosamente), si hubo episodios de acoso. Caro ha preferido enfocarse en las fortalezas, superando retos y obstáculos, que la han forjado con resiliencia. Es, sin duda, una “embajadora de la gastronomía, creadora de experiencias (…) y agente de cambio que democratiza el vino”.