Ver restaurantes en aguna pelicula es una de las mejores experiencias para los sentidos, pues se junta el placer visual con la evocación del placer del paladar. Y en ocasiones nos topamos con cintas que logran transformar al restaurante en un personaje más, que se vuelve la plataforma ideal para momentos verdaderamente memorables dentro de la historia. ¡Revive algunos de los mejores!
Por Michelle López – @Mich_Lv
I say a little prayer – La boda de mi mejor amigo
Comenzamos este conteo con uno de los momentos más excéntricos. En La boda de mi mejor amigo, los cables del amor mal correspondido y los sentimientos guardados se evidencian en una de esas terribles comidas familiares. No hay quien no haya pasado por una reunión similar, y por eso todos somos Julia Roberts en esta escena.
El orgasmo fingido de Sally – Cuando Harry conoció a Sally
Es una de las escenas más icónicas del cine. Ver a Sally demostrar públicamente en un restaurante cuán fácil es para una mujer fingir un orgasmo sacudió las concepciones de sexualidad hasta lo más profundo. Podemos afirmar que muchos estereotipos y concepciones erróneas fueron destruidas con la majestuosidad de Meg Ryan. We’ll have what she’s having.
El asalto del diner – Pulp Fiction
Prácticamente cada segundo de Pulp Fiction es icónico, pero los acontecimientos del pequeño restaurante son el principio y el fin de este clásico de Tarantino, con todo y pistolas, asesinos a sueldo, y citias bíblicas. Eso sí que es desayunar con estilo.
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Bella Notte – La Dama y el Vagabundo
Reina y Golfo protagonizan uno de los momentos más hermosos y gastronómicos del cine. ¿Quién no ha soñado con una deliciosa pasta en un restaurante italiano, bajo un cielo estrellado, mientras la música de acordeón crea la atmósfera perfecta? Y si la velada termina con un paseo a la luz de la luna, conocerás la auténtica felicidad. Recuerda, si te da la última albóndiga, es amor verdadero.
La propuesta de matrimonio de Jamie a Aurelia– Love Actually
¿Quién aprende tu idioma, toma un avión, cruza fronteras y llega al restaurante donde trabajas acompañado de todo tu barrio para pedirte matrimonio? Colin Firth, por supuesto. Love Actually, esa dosis de azúcar navideña, nos regala una escena que es simultáneamente cursi, enternecedora, hermosa, y más cursi.