Jimena y Íñigo son hermanos y siempre quisieron poner un negocio juntos. Pensaron en mil cosas y entre sus últimas ideas estuvieron un restaurante de batidos saludables y otro especializado en carnes.
A inicios de marzo decidieron abrir Eva sandwichería, en la colonia Roma. Estaban emocionados por su proyecto, pagaron la renta de dos meses en el local y, cuando todo ya estaba listo, llegó la pandemia.
“En eso el mundo se nos vino abajo. Fue un momento de pensar si en realidad seguiríamos o no con el proyecto. Lloramos, discutimos y finalmente nuestra madre habló con nosotros y nos hizo darnos cuenta que antes hemos tenido mucho miedo de enfrentarnos a situaciones, pero siempre terminamos atreviéndonos. Así que nos atrevimos”, asegura Jimena.
Lluvia y sol
Una mesa de madera con un par de sándwiches cortados por la mitad y dos jugos de naranja recién exprimidos. Jimena sonríe y cuenta que su negocio, a pesar de todo, estuvo con servicio para delivery durante el encierro y ahora se encuentra abierto a comensales.
“Estamos contentos porque nos ha ido bien. Nuestras ventas quizá no son lo que deberían, pero a comparación de cuando aperturamos y casi nadie nos compraba, estamos muy bien”, cuenta la creadora de Eva.
Al principio, para dar a conocer sus sándwiches, hacían muchos y los regalaban hasta con sus vecinos. “Yo creo que ya hasta los teníamos hartos”, cuenta Jimena. Pero pasó el tiempo y poco a poco llegó más y más gente a consumirlos. Luego una publicación que les hicieron en un medio gastronómico detonó un repunte de sus ventas.
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Como los repartos los hacían en el carro de los papás de los dueños, muchas veces les tocaba ir tomando pedidos por altavoz, mientras iban a dejar comida a algún rincón de la ciudad.
Después de ese momento, se sintieron más emocionados por los alcances que podría tener su sandwichería y le pusieron más ánimos a todo lo que producían.
Una carta en expansión
La carta inicial de Eva era escueta. Un amigo chef de los dueños les ayudó a aterrizar bien la idea de varios sándwiches, y luego ellos fueron creciendo la lista. Todos tienen los nombres de alguien de su familia y, según dice Jimena, los ingredientes con que los preparan también dicen mucho de ellos.
El nombre del lugar es el mismo de la abuela de Jimena e Íñigo. Ella fue parte muy importante para su familia, porque siempre lograba cohesionarlos, y por eso quisieron hacerle un homenaje en forma de comida rica y entrañable.
Entre sus sándwiches más entrañables está el Faustino, con bechamel de tomate, pollo asado, chipotle, espinaca y queso Chihuahua fundido; el Diego, que lleva suadero al horno, queso asadero, cebolla y cilantro picado, o el Pai (en honor a un gato que tuvieron), preparado con jamón serrano, arúgula, queso Chihuahua fundido y nuez.
Tienen otros con pastrami, barbacoa de borrego (sólo en fines de semana), jamón York, queso gruyere con un huevo estrellado, y uno especial que cambia cada mes. En septiembre, el de la casa se llama El Yuca y lleva cochinita pibil, quesillo, aguacate y salsa de habanero.
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En Eva también también sirven desayunos como huevos revueltos con tocino, toasts y waffles; así como ensaladas, postres y panes de caja por pieza. También tiene barra de café, bebidas frías y jugos saludables hechos al momento.
“Estamos muy agradecidos con todas las personas que confiaron en nuestra pequeña sandwichería. La verdad es que esto lo hacemos con mucho amor y es totalmente para ustedes”, asegura Jimena.