El menú cambia de forma constante y se compone de caldos, guisados (en taco, quesadilla o por kilo), antojos dulces y bebidas como aguas frescas y mezcal
¿Qué placer más grande que el de comer antojitos de a pie? Ese es el concepto del nuevo proyecto de Enrique Olvera, La Ventana del Ticuchi, que despacha desde tamales de esquites hasta pozole de hongos y mole negro con plátano macho y queso de cabra.
La mayoría del menú cambia a diario y se divide en: caldos, tamales, guisados, abarrotes y dulces. Los caldos del día, además del pozole de hongos, son: sopa de fideo de chilacayota, caldo de nopales y frijol blanco y sopa de guías. Los guisados (que se ofrecen en tacos, sobre arroz, en quesadillas o por kilo) también rotan de forma constante, entre: verdolagas con chicharrón en salsa verde, rajas (de tres chiles) con crema, papa de monte con chorizo, amarillito y más.
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Para los antojos dulces hay donas de tepache, centros de dona de pastel, champurrado, churros de camote y plátanos al comal con crema y queso. No podían faltar las aguas frescas de mango con cedrón, horchata de cebada, tepache de jengibre y limón con albahaca. Además hay “micheladas Ticuchi” y una selección de mezcales que se venden para llevar y por botella.
A los alimentos preparados se suma la parte de abarrotes, con: frijoles de olla, pepitas de calabaza, pasta de frijol, arroz, salsas de la casa, tortillas, tostadas, memelas, quesillo, aguacates y escabeches para que acompañes tus preparaciones.
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Esta “cueva de antojitos” ocupa el frente de la fachada del local que vio nacer a Pujol, sede actual de Ticuchi, el restaurante con menú principalmente vegetariano de Olvera.
La Ventana tiene una barra larga para comer de pie o pedir para llevar. Y el menú, antes descrito, es calificado como un compilado de pequeños placeres.