Descubre cómo se vive la experiencia de recorrer Asia y Tailandia en un crucero de lujo. Conoce el crucero Belmond Road to Mandalay en Tailandia.
«Nada desarrolla tanto la inteligencia como viajar». Emile Zola
El mundo es enorme y asombroso, y todas sus maravillas caben en una sola palabra: viajar. No importa cuál sea su definición, para quienes somos viajeros viajar es sinómino de traspasar las fronteras físicas y culturales, es adentrarnos en una aventura que nos lleva a otra, y que siempre termina en el descubrimiento de nosotros mismos.
Ya sea que busquemos satisfacer la curiosidad por sentir un clima diferente, deslumbrarnos con paisajes imponentes, aprender de otras culturas, experimentar la vida con un idioma desconocido, dejarnos llevar por actividades de aventura, consentirnos con tratamientos de spa, o simplemente dejarnos sorprender por la celebración de la vida, los viajes dejan su marca indeleble en los corazones, especialmente si los hacemos en compañía de Belmond.
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Belmond es una colección de viajes de lujo y hoteles en algunos de los destinos más estimulantes y enriquecedores del mundo, incluyendo fabulosos viajes en su tren Eastern & Oriental Express y en su crucero Belmond Road to Mandalay.
La travesía mágica del Belmond Road to Mandalay inicia con la llegada a
Yangón, donde se encuentra Belmond Governor’s Residence, un lujoso hotel de estilo colonial que en albergaba a los miembros más importantes de la sociedad birmanesa. En este oasis de belleza y tranquilidad, caminamos a la orilla de sus estanques de loto y admiramos el trabajo artesanal de sus muebles de teca, además de disfrutar de la gastronomía tradicional con verduras y arroces.
Después de disfrutar de este paraíso de tradiciones y delicias sensoriales, se toma un avión hacia Bagan donde se inicia la travesía en crucero a Mandalay, la ciudad de los cien mil monjes ubicada en el centro del país. Varado en las tranquilas aguas del río nos espera el majestuoso crucero, con sus camarotes, cubierta panorámica, bar, alberca y hasta sala de descanso. Por su diseño especial, el crucero puede ir río arriba para adentrarse en el alto Myanmar.
No se trata sólo de un crucero turístico, sino que es una manera de hacernos parte de la vida cotidiana de los birmaneses, que para los viajeros es una aventura llena de colores, de paisajes encantadores y de la inocente calidez de los habitantes de los pueblos que visitamos.
Cada minuto nos regala una sorpresa irrepetible. Vemos ciudades antiguas como Bagan, una de las ciudades más visitadas y bellas, pues además de ser uno de los grandes sitios históricos del sureste asiático, tiene más de tres mil templos que llenan de vida los corazones y las orillas del río, la gran mayoría construidos entre los siglos XI y XIII.
Desde la cubierta, se ven esculturas enormes de Buda y cúpulas de las pagodas rodeadas de la tupida vegetación. Cada descenso es sinónimo de descubrimientos maravillosos, ya sea que recorramos los senderos de Old Bagan en bicicleta de montaña o a caballo, para ver las zonas arqueológicas y templos, o bien, desde las alturas de un globo aerostático vemos la luz del amanecer iluminando la pagoda dorada de Sulamani del siglo XII.
En la aldea vecina nos esperan inmensos arrozales, mientras que en otra, somos testigos espontáneos de las danzas ceremoniales de una tribu, más adelante, campesinos de rostros apacibles aran la tierra con ayuda de sus bueyes. Cada pueblo es mágico y particular, son sus pagodas de intrincados diseños, otros con coloridos mercados, y uno hasta con una reserva animal. En este país budista, se puede ver el increíble momento de la ordenación de nuevos monjes, a quienes se les rapa y viste con sus tradicionales túnicas de color granate.
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El crucero embarca por las noches ya sea en medio del rio o en algún puerto cercano, dejándonos descansar con el suave vaivén de las olas. Además de los paisajes y las visitas a tierra firme, la vida a bordo del crucero Road to Mandalay de Belmond, es una sinfonía de sabores: todos los camarotes tienen vistas al exterior. El cielo estrellado es el compañero durante las cenas, donde los platillos birmanos y tailandeses brillan con luz propia, y después nos emocionamos con el espectáculo de danzas tradicionales. El ritmo suave del agua del río y los aromas del campo, hacen parecer que el tiempo se ha detenido en las aldeas de Myanmar.
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Texto escrito por Deby Beard.