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Venezuela, viaje y odio al capitalismo

Venezuela, viaje y odio al capitalismo

Por: Bleu&Blanc 08 Ago 2018

¿Venezuela? Eso suena a conflicto, tal vez a guerra civil, a desabasto y a violencia. Conoce lo que se vive dentro de este país.

El primer reto fue conseguir vuelos cuando las noticias decían que las aerolíneas estaban dejando de volar a Caracas. En realidad no fue complicado; donde no se venden boletos es dentro de Venezuela, pero desde afuera pagando en dólares se pueden comprar sin dificultades. Aeroméxico, la única línea con vuelo directo entre la Ciudad de México y Caracas los vende sólo por teléfono.
Casi a las 2:00 de la mañana despegó el vuelo 694 de Aeroméxico. Más de la mitad de los asientos, vacíos. La sobrecargo me confía que se debe a que no se están vendiendo boletos dentro de Venezuela, ¿qué sucede con las aerolíneas? Es sencillo de explicar. Venezuela tiene el valor del dólar en cuatro diferentes tipos de cambio: el oficial (1 dólar vale 6.30 bolívares); el Sicad (el mismo dólar vale 11.30 bolívares); el Sicad 2 (por ese dólar dan aproximadamente 49 bolívares) y el mercado negro (que es ilegal, donde por un dólar dan entre 65 y 75 bolívares). Las aerolíneas fijan sus precios en dólares. Al vender en bolívares debían, hasta el año pasado, usar el tipo de cambio oficial, pero hasta la fecha tienen aún esos bolívares y el gobierno venezolano no se los ha cambiado por dólares, éste es el meollo del problema.
Alrededor de las 7:00 de la mañana, la fila de Migración en el aeropuerto de Caracas no representó ninguna pérdida de tiempo, ni un solo contratiempo.
Hay dos opciones para el turista que llega a Venezuela, la primera es ir a la casa de cambio donde pagan 11.30 bolívares por dólar y la segunda, cambiarlo en el mercado negro donde pagan entre 65 y 75 bolívares por dólar, los mismos maleteros saben del tema.
Mi recomendación es nunca usar –salvo alguna emergencia– las tarjetas de crédito o débito, el tipo de cambio que usan es un dólar por cada 6.30 bolívares gastados.
El Aeropuerto Internacional Simón Bolívar está a unos 30 kilómetros de Caracas en Maiquetía, para llegar sólo en taxi o automóvil rentado, el transporte público no es una opción.

Tomé el metro de Caracas, más limpio y amplio que el de México, sólo cuesta 1.50 bolívares el boleto. Tiene tres líneas pero abarca prácticamente los sitios más importantes en la ciudad. Llegué al Ministerio de Comunicaciones y me entregaron mi cédula que me acreditó como periodista enviado especial; con ella supuse que no tendría problemas para desarrollar mi trabajo.
Al día siguiente salí al estado Falcón. Mis contactos en Venezuela me compraron el boleto de Caracas al aeropuerto de Las Piedras días antes. La aerolínea Aeropostal es una de las cinco más importantes (además de Aserca, Avior, Venezolana y Conviasa).
En Venezuela hay que tener paciencia para hacer un vuelo nacional: hay que llegar tres horas y media antes de cualquier vuelo por políticas de seguridad y los pro- medios de retraso en las salidas superan las 2 horas. La señalética es pésima y la atención al cliente es muy mala. De pronto me surgió la duda: ¿cómo le hacen miles y miles de personas para no perder sus vuelos sin pantallas actualizadas ni atención de los empleados aeroportuarios? Fue el principio de una experiencia de viaje: las personas comienzan a preguntarse entre ellas el vuelo y destino al que viajan, así hacen grupos de más de diez pasajeros y en conjunto van, puerta por puerta, preguntando en cuál de ellas saldrá el vuelo.

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Si en el primer recorrido no hay respuesta, se mueven en masa al mostrador de atención de la línea aérea y comienzan a gritarle al personal hasta que alguien sale a dar explicaciones. Gustoso me uní a la estrategia y, más allá de asumir una actitud de ofensa ante el pésimo servicio, lo tomé como una particularidad de este país que resulta distinta y hasta jocosa.
Protestas 2014 la serie de Protestas contra el Gobierno de Venezuela Presidido Por Nicolás Maduro, iniciadas el 4 de Febrero de 2014 en la ciudad de san Cristóbal del estado Táchira, se libran como consecuencia de la inseguridad, el alto nivel de la inflación y la escasez de Productos básicos Para sus Habitantes.

LAS FALSAS ESTRELLAS DE LA HOTELERÍA

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Llegué al occidente del país, a la península de Paraguaná, un lugar paradisíaco donde el Caribe esculpió acantilados de agua cristalina y enormes playas. La infraestructura turística en la península es nula, existe un resort llamado Villa Caribe y cuatro hoteles de ciudad en Punto Fijo, la mayor urbe en la región; ellos rebasan las cuatro estrellas en el papel, no así en su estructura y procesos. Mi recomendación es el hotel Brisas Paraguaná, nada pretensioso, con precios razonables y un servicio medianamente bueno.
Es indispensable rentar un automóvil porque el transporte público es menos que escaso, empresas transnacionales como Budget y Europcar operan normalmente en Venezuela y las reservaciones pueden hacerse por internet desde cualquier otro país. Me dio la impresión que la gente en Paraguaná no sabe lo que tiene y por consiguiente lo ha desperdiciado por décadas. La isla de Aruba es una extensión geológica de esta península, por lo que es el mismo clima, el mismo tipo de playa que en Oranjestad pero sin infraestructura, la ventaja para el viajero: llegar a puntos semivírgenes en el Caribe venezolano.

Hay carreteras en buen estado que llevan a todos los puntos de Paraguaná, desde las playas de Villa Marina, Amuay y Adícora hasta el pie del cerro de Santa Ana (única elevación en la península) en los pueblos de Moruy, Pueblo Nuevo o Buenavista, pasando por la gran urbe, Punto Fijo y por el extremo septentrional de Venezuela, Cabo San Román, desde donde se ve la isla de Aruba.
Pero, ¿y la crisis económica?, la respuesta depende de la condición de cada persona, no me refiero a la económica, política o ideológica, es más simple que ello: como turista o visitante, en la mayoría de los hoteles se encuentra todo sin problemas, han hecho lo conducente –ya sea a través del contrabando o de la previsión—para que no falte de comer, de beber o cualquier otra necesidad básica; la gente que vive en Venezuela se enfrenta a una severa crisis económica con tasas de inflación de dos dígitos desde hace una década, en los supermercados –por lo menos en lo que va de este año— no hay a la venta leche, harina de maíz, azúcar, café y papel sanitario. De pronto llegan un día los productos y se hacen largas filas, la gente compra lo que puede, se acaba y resulta incierto cuándo volverán a llegar…


Venezuela es más que una historia, son costumbres, mitos y leyendas que se envuelven mayoritariamente en situaciones políticas en las que el pueblo es quien vive la absoluta realidad, sin omitir claro, al viajero que pisa esas tierras con una expectativa, en muchas ocasiones, más altas de lo que resulta el viaje. Esto claro está, será desde qué punto de vista se vea y viva la experiencia.
Te invitamos a leer el reportaje completo sobre esta nación, que te presentamos en las páginas interiores de nuestra revista impresa de agosto. ¡Búscala!

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