Es de noche en Ciudad Juárez y un insospechado laboratorio de mixología funciona al ritmo del jazz. Se trata de Galileo, el bar de tragos de autor del mixólogo Óscar Olvera en donde cada coctel es un poema. Afuera, la ciudad es toda neón, cerveza y Juan Gabriel. Galileo, las luces son tenues y los rostros se encienden al abrir las cartas. Esto es totalmente cierto: las cartas operan como una suerte de Kindle, dispositivos de lectura que con fondos de LED.
Tragos de autor
En suma, un lugar como éste hace pensar en Ciudad Juárez más allá de Ciudad Juárez, la de las estadísticas duras, la que se escribe en periódicos. En Galileo los tragos se sirven en vasos conceptuales creados a la medida para contar historias. Es el caso de Nube, una pieza cristalina que obedece a su nombre. En la base, un nimbo amarillo sostiene la copa. ¿Qué hay adentro? Charanda añejo, licor de pomelo, vermouth rosso con café, agua de coco negra y un bitter de mole. Cynthia, creadora del coctel y bartender de Galileo, nos cuenta su historia: “Cuando era niña, veía a mi papá tomar café todas las mañanas. Me acuerdo del olor. Él y yo teníamos un juego: me alzaba en sus brazos hasta alcanzar las nubes”.
Ciencia y poesía en Galileo
Para crear estos elixires imaginativos, Andrés Carrillo, bartender y jefe de laboratorio, pasa sus días estudiando y experimentando. Mientras nos cuenta sobre procesos, una pequeña biblioteca asoma la poesía completa de Federico García Lorca o la Inteligencia líquida de Dave Arnold, un básico de la coctelería experimental. Y acaso no hay un mejor resumen: el fin de Galileo es ofrecer poesía líquida a través de la ciencia.