Chamuco. El humor negro sazona la tragicomedia de sus cartones. Le gustan las tortas de colorín y la política. Arquitecto de carrera y periodista por convicción. Uno de los moneros más incisivos de la prensa mexicana, heredero de los talleres de gráfica popular.
Sur de la ciudad. Rafael nos cita muy temprano. El tránsito en Tlalpan es un infierno que nos llevará a visitar a uno de los chamucos mayores. Cuentagotas fue su primer pseudónimo en el Uno más uno; luego El Fisgón, nombre que adoptó de uno de sus personajes que apareció en los cartones del periódico La Jornada.
El simple hecho de entrar a su casa comienza a espesar una atmósfera distinta: alebrijes, papalotes diseñados por Toledo (“de los que cuestan cien pesos”, dice Barajas). Subimos a su estudio, un lugar flanqueado por estantes repletos de libros de arte, diseño y literatura. Ahí, donde el blanco predomina, entre impresoras, marcos de madera, lápices y su computadora, Rafael se convierte en El Fisgón. Está estrenando libro: Narcotráfico para inocentes.
“Los inocentes tenemos el derecho y la obligación de enterarnos de qué sucede. El libro está enmarcado en la lógica que inició Rius en la serie para principiantes. Pero ponerle Narcotráfico para principiantes sonaba a un manual para ser narco; seguro se vendería muchísimo, pero la gente iba a decepcionarse, pues no trae cómo hacer los contactos ni nada. Es una radiografía del origen del narcotráfico en México”.
Saber y poder
¿Los medios cuentan la verdad? “La información está. El poder siempre intenta controlarla, y durante años la forma ideal fue la censura. Hoy con Internet, las redes sociales y los medios masivos, con excepción de la tele, la censura es más difícil. Entonces lo que han logrado es establecer mecanismos de dominio, y aunque los datos se les escapan, ahora intentan controlar la percepción de la gente”.
¿Y a ti te toca socializar la información? “Es una decisión que tomamos varios caricaturistas, es una forma de hacer periodismo, y tiene que ver con cómo funciona el país. Mucha gente no lee y además los consorcios mediáticos nos ocultan un montón de cosas, y a nosotros nos toca vulgarizar la información y hacerla digerible de manera inteligente”.
Miedo y censura
Como periodista, ¿has sentido miedo? “Sí, en momentos me he preocupado. Cuando sacamos la revista El Chamuco recibimos una narco amenaza anónima, pero ni habíamos tocado el tema del narco, entonces concluimos que era un intento de censura. Pero la obligación moral es más fuerte que el miedo”.
¿A ti te ha tocado la censura? “A todos nos intenta tocar. Lo que debe tener una publicación son criterios éticos e informativos. Necesitamos que los datos sean duros y la información esté comprobada”.
Humor
¿El éxito de la caricatura política tiene que ver con la cultura del mexicano de reírse de sí mismo? “Esa es la razón de ser de nuestra profesión. Nosotros tenemos trabajo porque en México existe una cultura del humor muy fuerte, y aprovechamos eso para divulgar la información”.
¿Pero ese humor se convierte entonces en una tragicomedia? “Sí, y tiene que ver con lo que decía Bretón acerca de que México es el país del humor negro por naturaleza. Si tú ves cómo opera el crimen organizado, vas encontrar ese humor negro. Cuando le llaman pozolero a un tipo que disuelve cadáveres en un tambo, o cuando dicen que van a una carne asada al ir a torturar a un cabrón… Qué mejor prueba de esa tragicomedia”.
¿Hasta qué punto el sentido del humor llega a disolver la realidad trágica que vivimos, banalizarla? “Una cosa es el choteo y otra el humor. Existe la libertad de expresión pero no en las grandes televisoras, ahí se usa el chiste para trivializar. Cuando el humor viene acompañado de calidad e información, es muy difícil domarlo. Entonces es una obligación ética crear medios independientes y emergentes como El Chamuco”.
Monero gourmet
Uno de los placeres que más disfruta Rafael Barajas es la comida. “Estoy convencido de que las grandes cocinas del mundo se establecen a partir de una población hambreada dispuesta a probar de todo. Los chinos comen perro, nosotros comemos gusanos. La gente del campo más pobre come lo que hay, y si luego lo juntamos a paladares refinados que entienden esa riqueza de la tierra, pues de ahí sale”.
¿Qué comes con esa hambre? “Me gusta la comida china, el huitlacoche, los moles, las quesadillas, los escamoles y los gusanos de maguey. Me encanta ir a comer a la Posta y al restaurante Casa Chon”.
¿Cocinas Fisgón? “Cuando tengo tiempo, cosas raras. Preparo por ejemplo tortas de flores de colorín”.
Tocan a la puerta. Visitas. Dejamos el estudio blanco que guarda los libros de Marx y de Posada. El Fisgón ya tiene rostro. El lápiz necesita punta para seguir dibujando cartones y cuestionando a la realidad.
MONERO
Rafael Barajas Durán estudió arquitectura la Universidad Nacional Autónoma de México; desde muy joven descubrió su vocación por la caricatura política y comenzó a desarrollarse en este rubro en el diario Uno más Uno, y luego en La Jornada, donde se hicieron célebres sus Aventuras del sargento Mike Goodness.
Ha publicado veinte libros, algunos en solitario y otros en conjunto con otros moneros. Hoy está promocionando su nuevo libro, Narcotráfico para inocentes.
Lleva varios años haciendo labor independiente desde la trinchera de la revista El Chamucho y los hijos del averno, publicación dura de crítica política que es todo un clásico.
El Fisgón se ha preocupado por hacer consciencia social en los jóvenes a través de un círculo de estudio.
Se declara heredero de los grandes muralistas mexicanos apegados a las teorías marxistas.
“Soy muy malo para predecir el futuro, y más de la política en México, soy mejor analizando el pasado para ayudar a que la gente abra los ojos y pueda forjarse ese futuro”, afirma.
Fotos Fernando Gómez Carbajal
