Carta editorial de nuestra edición junio 2013…
Este mes, con el pretexto del día del padre, nos tomamos la libertad de pensar un poco más en ese lado “varonil” de la cocina. ¿Será verdad que hay sabores femeninos y masculinos? Me rehúso a pensar que la cocina tiene género. Creo principalmente que es un proceso aprendido. Se rumora que hay padres, hermanos y amigos cocineros. Entonces, ¿por qué hemos cargado de teorías de género al paladar?
Conozco mujeres cocineras capaces de dirigir a un ejército de personas de la gastronomía salada, y chocolateros o reposteros que dejan los pasteles para montarse en sus motocicletas. ¿Es posible insistir en que la cocina es cuestión de género?
En el entorno doméstico son las mujeres las que procuran los recetarios, pero seamos honestos: al momento de probar un platillo sería imposible diferenciar si lo preparó un hombre o una mujer. El entorno gastronómico doméstico es femenino, más por la historia de la humanidad que por la sazón de los cocineros. En el medio profesional, la gran mayoría de las cocinas albergan hombres al pie del fogón.
Me enoja cuando me ofrecen cocteles azucarados o vinos rosados, asumiendo que eso es lo que a mí me gusta. Disfruto por igual sabores dulces y amargos, del mismo modo que tengo amigos capaces de saquear indiscriminadamente pastelerías y chocolaterías.
Propongo invitar a cocinar a los amigos, a los hermanos y a los hijos. Disfrutar la comida sin etiquetas. Qué suerte es tener un hermano que no le tiene miedo a las ollas, un papá entusiasta de preparar aderezos, un jefe apasionado de las cocciones al horno y muchos amigos con los cuales compartir recetas. Ese es un mundo en el que da gusto sentarse a la mesa.
@InesSaavedra
Editora
