Existe una línea delgada entre la innovación tecnológica y la tradición del cultivo de té en Japón que mantiene la cultura en torno a los rituales que preservan el terreno a la par de que conservan métodos y habilidades de selección de distintos tipos de hoja para ser clasificadas, secadas e infusionadas de modo distinto.
Aún así, con el tiempo se han creado variantes que incluyen otros ingredientes que distan del origen puro del té, como rosas, manzanas y especias; la buena noticia es que estos avances están ocurriendo con la misma seriedad con que se elige cada hoja de té, e incluso hay quienes dicen que en este proceso de selección se podría encontrar la clave para revertir el cambio climático, investigando los llamados tés clónicos.
Esta variante de tés vale la pena ser explorada, específicamente cuando se trata de tés blancos y oolongs, cuya calidad es realmente excepcional. Vigilar su crecimiento es una labor muy detallada que precisa que todas las plantas apunten en la misma dirección para que cuando se podan, se obtenga un resultado parejo que aporte entre 50 y 300 producciones de té al año.
Cabe aclarar que los tés clónicos no son lo mismo que té modificado genéticamente. Ante la posibilidad de cambiar los componentes de la planta, los líderes de la industria se han opuesto y mantienen su promesa de certificación, asegurando que los beneficios de adaptabilidad a la temperatura y características de crecimiento no son suficientes para que accedan a cambiar sus tradiciones. Pero en el fondo, saben que es un paso que conlleva una responsabilidad, desde el momento en que no podrían controlar la propagación del viento.
Kenya, por ejemplo, exporta el 96% de su producción de té. Aunque no tienen muchas ganancias, están comprometidos con fomentar el comercio exterior y crear fuentes de empleos. Los bajos costos han hecho que el gobierno cree agencias de investigación que constantemente buscan mejoras en la productividad con calidad. Este es el caso del Instituto de Investigación del té en Kenya, que por 25 años ha desarrollado un té clónico único en su tipo: el TRFK 301/2, que se cree, será el responsable de transformar la industria. Su precio es 3 veces más elevado que el té negro ordinario y su color morado se debe a que se empaca con antocianina, un antioxidante que protege a las hojas de los radicales libres. El llamado té morado abre nuevas oportunidades para el mercado de tés listos para beber, casas de té, comida y farmacología; sólo tiene una desventaja: beberlo directamente puede ser desagradable, por su sabor tan agrio y concentrado.
Otro caso es el del té Darjeeling clónico, que representa los más altos niveles de agrotecnología aplicada al té. El Darjeeling Castleton estate’s Moonlight es producido e pequeñas cantidades que aumentan poco a poco, comenzando por 4 Kg. Su variedad clónica fue registrada como AV2 y se ha adaptado para hacer todo tipo de tés, de negros a blancos. Sus notas son brillantes y sin astringencia y sus hojas crecen más que el té blanco promedio, incluso a temperaturas menos estables.
Cada zona de cultivo le da un rol distinto al cultivo de té, y es ahí donde se han requerido acuerdos para crear rangos de costos, incrementos y métodos de siembra, tal y como ocurre en Japón, donde por los últimos 60 años se ha manejado un sistema organizado que rige a todos los productores y que a su vez, demanda atención ante cada cambio en el medio ambiente.
Todos estos avances seguro te harán preguntarte si será bueno probar alguno que otro que podría interesarte. Cuando lo hagas ten en cuenta que la variedad es lo que te puede o no gustar. Según su lugar de origen, el tipo de enrollado de la hoja y la mezcla que se forma, podrías encontrar a tu nuevo favorito a partir de ahora.
Con información de Peter GW Keen, para teabox.com
Por Ingrid Cubas
@ingrid_cb