El veto a las bebidas alcohólicas en los Estados Unidos de América, aplicado de 1920 a 1933 y llamado oficialmente como The National Prohibition Act, fue apoyado por diversos grupos, tales como el Ku Klux Klan y un movimiento cristiano de mujeres para eliminar la pobreza y los vicios del país. Andrew J. Volstead, un republicano de Minnesota, fue el impulsor de este acto. Gracias a su apoyo e influencia, el acta de prohibición nacional se llegó a conocer informalmente como la ley de Volstead.
Un enorme volumen de bebidas alcohólicas se ingería en Estados Unidos. En el siglo XIX, mucha gente creía que el agua no era pura y contenía un gran número de enfermedades. Gracias a esta idea popular, se pensaba que el alcohol estaba más purificado o, por lo menos, menos contaminado. Esto llevó a una alta tasa de pérdidas de trabajo y a la sociedad a problemas de salud, emocionales y económicos. El tema llegó a ser tan satanizado, que dichos grupos, con el apoyo de Andrew J. Volstead, lograron prohibir el consumo, la venta y la distribución de licores.
Y aunque esta ley sí ayudó a eliminar estos conflictos, algunos otros surgieron al intentar proveer estas bebidas espirituosas a todas las personas que las necesitaban. El crimen organizado fue uno de los principales distribuidores, el cual fue liderado por el famoso gángster Al Capone. No sólo existía el problema del desabasto de alcohol, sino el de dónde consumirlo, pues era ilegal. De esta forma, también se fueron creando los famosos “Speakeasies”, bares subterráneos e ilegales para cubrir la demanda. Se dice que se establecieron alrededor de 10,000 desde Estados Unidos hasta Canadá. A la par, la gente comenzó a crear sus bebidas alcohólicas en casa de una forma no regulada, lo cual ocasionó muertes por intoxicación por su bajo control de calidad.
Esta ley duró 13 años con la finalidad de evitar más problemas. Sin embargo, la pregunta es: ¿En realidad se benefició a la comunidad? Lo que sí sabemos es que gracias a ella, muchos de los cocteles clásicos que conocemos salieron a la luz en ese período, porque se mezclaron diversos destilados por su poca disponibilidad. Así, sólo puedo decir: ¡Gracias, Andrew!
Por Luis C. Iriarte
