Españoles, chinos y hasta personas que migran del campo a la ciudad; todos forman parte de la diversidad gastronómica de México
Según la Organización de las Naciones Unidas, el 0.85% de la población en México es migrante. A lo largo de la historia, nuestro país ha recibido a un gran número de ellos, ya sea por motivos, religiosos, políticos o económicos, entre otro. Esta diversidad se ve reflejada en nuestra cultura alimentaria y en la cocina “tradicional” mexicana.
Por: Ava García Leeh
Las primeras inmigraciones chinas comenzaron en el siglo XVIII, con los viajes que hacía el Galeón de Manila, mejor conocida como la Nao de China. Más adelante, a finales del siglo XIX, Porfirio Díaz fomentó la inmigración de chinos para poblar los territorios del norte y para que ayudaran a trabajar en la construcción del ferrocarril.
Se asentaron primero en Sonora, pero ahí los recibieron con racismo y malos tratos, por lo que no todos se quedaron; algunos se fueron a Sinaloa, Veracruz, Tamaulipas, a la Ciudad de México y a Baja California.
Los chinos nos presentaron a su vasta cultura alimentaria; gracias a ellos ahora tenemos restaurantes de comida china en el centro de la Ciudad, los bufets de chinos en Bucareli, el Barrio Chino, y la mejor comida china fuera de China: la de Mexicali.
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Luego de la Guerra Civil, y por tener ideas políticas que se oponían a la dictadura de Franco, muchos españoles fueron desterrados. Lázaro Cárdenas les abrió las puertas de nuestro país: llegaron a Morelia, a la Ciudad de México, a Guadalajara, a Monterrey y a Veracruz, principalmente. Las similitudes culturales facilitaron que se sintieran cómodos en nuestras tierras; se llamaban a sí mismos transterrados.
Llegó de todo un poco: niños, campesinos, profesionistas, científicos e intelectuales. Estos últimos nos dejaron el reconocido Colegio de México (Colmex). Los estudiantes de Derecho, Letras, o de carreras científicas en la UNAM también les deben a los españoles la calidad de sus programas de estudios.
Como herencia culinaria, los peninsulares nos heredaron los grandes restaurantes españoles del Centro Histórico: las tapas, las tortillas de papa y el gusto por las carnes frías y los quesos, se los debemos a ellos.
Los mexicanos también se mueven dentro del país, principalmente por motivos económicos y sociales: habitantes de distintas comunidades rurales se desplazan a la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Toluca y Ciudad Juárez. Este fenómeno ha incrementado desde la década de los 50. Gracias a ello podemos encontrar excelente comida oaxaqueña en la Ciudad de
México, gran comida michoacana en Tijuana, y más.
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La migración, como fenómeno cultural, enriquece a las sociedades y las poblaciones, porque implica diversidad cultural. Y qué mayor muestra de diversidad que las mezclas que ocurren en las cocinas. En próximas fechas, Fernando Martínez Zavala abrirá su restaurante Migrante, donde resalta que la cocina mexicana es producto del mestizaje –principal hilo conductor- y la migración. Las movilizaciones sociales han llegado a la mesa.