Esta historia que muchos conocimos gracias a Disney, en realidad está basada en la obra de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve “La Belle et La Bête” editada en 1740, aunque hay quienes le atribuyen su origen a Gianfrancesco Straparola 190 años antes.
Entre las distintas adaptaciones que tuvo según la época y el autor, la versión que Disney dio a conocer al mundo en 1991 contaba la historia de Bella, una joven apasionada por la lectura y el conocimiento, hija única de Maurice, un inventor que todos en el pueblo toman por loco. La naturaleza de Bella la mantiene alejada de todas las costumbres del pueblo, sin pensar en casarse y lejos de los parámetros sociales establecidos; esos rasgos particulares llaman la atención de Gastón, uno de los cazadores más asediados por las jóvenes del lugar; sin embargo, Bella no lo considera apto para ella, por ser egocéntrico y arrogante.
En una ocasión en la que el padre de Bella se dirigía a una feria de inventos, se pierde enmedio del bosque y al huir de los lobos, termina entrando a un castillo que se veía abandonado. Resulta que ese castillo era habitado por un príncipe que cegado por su soberbia es embrujado por una hechicera, haciéndolo adoptar una forma inhumana hasta que comprenda que la verdadera belleza está en el interior. Todos los trabajadores del castillo corrieron la misma suerte que el príncipe, al ser transformados en objetos de uso doméstico como un candelabro, un reloj de pared y un juego de té. La hechicera no se fue sin darle una rosa al príncipe, que marcaba el tiempo que le quedaba para amar profundamente a una mujer antes de que cayera el último pétalo de la flor, dejándolo así para siempre, al igual que a sus ayudantes.
Cuando su padre no regresa, Bella decide salir a buscarlo y llega al castillo; ahí lo encuentra en los calabozos y la bestia ofrece a Bella la libertad de su padre a cambio de la suya –con la esperanza de que eventualmente pueda romper el hechizo–. Ella acepta y en la primera noche, después de rehusarse a cenar con el príncipe, Bella conoce en la cocina a Lumière (el candelabro), Din Don (el reloj), la Señora Potts (tetera) y su hijo Chip (una taza de té) que la reciben con una cena musical.
La convivencia resulta un poco compleja al principio, pero una vez que ambos se abren –después de un encuentro con los lobos– él comienza a actuar más humanamente y con la convivencia, la maldición parece estar más cerca de romperse. Las cenas en el castillo no pueden faltar, incluso Bella le enseña a comer al príncipe bestial.
Por Ingrid Cubas @ingrid_cb
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