Descubre cómo la agricultura campesina está revolucionando el sistema alimentario en México.
Jose Miguel Jiménez es un joven agricultor de San Miguel Xooltepec, una comunidad en el municipio de Donato Guerra en el Estado de México. Desde pequeño, aprendió a trabajar en el campo, pues ayudaba a su familia a producir hortalizas como calabazas y lechugas. Hoy, a sus veinte años, trabaja en su propia parcela de forma agroecológica, sin utilizar ningún tipo de agroquímico.
Dice que en su pueblo muchos lo ven distinto, está haciendo cosas en el campo que las generaciones anteriores nunca habían visto, como el sistema de riego por goteo. Cuando trabajaba con su papá, él mismo fue testigo de cómo el suelo se degradaba. Estas experiencias lo inspiraron a cambiar la forma de sembrar. Implementa nuevos métodos de trabajo, utilizando abonos y fertilizantes naturales para cuidar la tierra. Escogió este método porque quiere enriquecer el suelo y el ambiente. En su comunidad, sorprende con los resultados que se pueden lograr. En sus palabras, comenta que la misma naturaleza te provee todo lo que necesitas para cultivar.
Una tercera parte de la superficie de tierra se utiliza para la producción de alimentos, lo cual está asociado con alrededor del 15% de las emisiones de gases de invernadero. Además, la agricultura convencional es responsable de la erosión de los suelos, la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la contaminación del agua. En resumen, la agricultura convencional es una de las principales causas del deterioro ambiental a nivel mundial. ¿Existe una forma de agricultura que no degrade o incluso regenere el medio ambiente?
Históricamente, la agricultura ha sido una intervención humana que altera el entorno para producir alimentos. En ocasiones, esto implica deforestar, quemar, abrir el suelo, remover vegetación y desplazar animales. En los últimos años, ha surgido un creciente interés en una agricultura que pueda tener un impacto positivo, es decir, que pueda regenerar las condiciones de vida que sostienen los entornos naturales. La deforestación, la erosión y la contaminación ambiental han llegado a niveles preocupantes, lo que nos obliga a buscar alternativas para producir alimentos. Se espera que estas opciones no solo puedan mitigar los daños, sino también revertirlos. La regeneración implica limpiar el agua y el suelo, reforestar, atraer biodiversidad, retener el suelo y captar agua. En cuanto al cambio climático, la agricultura regenerativa tiene la capacidad de enfriar el planeta al capturar carbono en el suelo y aumentar su materia orgánica y fertilidad.
Para encontrar ejemplos de este tipo de agricultura, debemos remontarnos a la historia de nuestros territorios. Las chinampas son un caso prominente. Los antiguos pobladores, hace más de mil años, construyeron islas en humedales y lagos de aguas someras para aprovechar los nutrientes de los lodos y el agua, logrando hasta ocho cosechas al año. Las chinampas permiten que haya más vida en el lugar que antes, tanto en cantidad como en diversidad. En Sudamérica, las prácticas agroforestales llevadas a cabo por algunos pueblos del Amazonas son otro ejemplo, al igual que el cultivo de arroz en terrazas en algunos lugares de Asia.
¿Pero cómo alimentar a la población mundial con estas técnicas? ¿Cómo satisfacer nuestro modo de consumo, en el que esperamos tener de todo durante todo el año sin recurrir a técnicas industriales? Para empezar, el 50% de la humanidad obtiene sus alimentos de productores a pequeña escala, es decir, de campesinos. Además, es importante tener conciencia de que nuestro modo de consumo tiene un impacto en el modo de producción. Un consumo que respeta los ciclos de la naturaleza y obtiene alimentos localmente y de acuerdo con las temporadas no depende de una producción perjudicial para el medio ambiente.
El modelo de consumo de los supermercados está vinculado al monocultivo y los agroquímicos. Por otro lado, el modelo de producción campesino promueve un consumo consciente basado en lo local y las temporadas.
Aún no se ha llegado a un consenso sobre cómo lograr una transición completa hacia la agricultura regenerativa a gran escala. Sin embargo, hay varias iniciativas y movimientos que están promoviendo y apoyando este tipo de agricultura. Algunas de estas iniciativas incluyen:
Estas son solo algunas de las muchas iniciativas y enfoques que se están desarrollando en todo el mundo para promover la agricultura regenerativa. Es importante destacar que la transición hacia este tipo de agricultura requiere cambios en las políticas agrícolas, la inversión en investigación y capacitación, así como la sensibilización y participación de los agricultores y consumidores.
En México, existen organizaciones y movimientos que están trabajando en la promoción de la agricultura regenerativa y la agricultura campesina. Algunas de estas organizaciones incluyen la Red de Guardianes de Semillas de Vida, el Movimiento Campesino Regional Independiente (MOCRI), la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) y el Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe (MAELA), entre otros.
En conclusión, la agricultura regenerativa ofrece una alternativa sostenible y resiliente para producir alimentos mientras se cuida y se regenera el medio ambiente. La agricultura campesina desempeña un papel fundamental en este enfoque, ya que se basa en prácticas tradicionales y conocimientos locales que promueven la diversidad, la conservación del suelo y la conexión con la naturaleza. Promover y apoyar la agricultura regenerativa y campesina es clave para rescatar y transformar el sistema alimentario en México y en el mundo.