Un clásico de Acapulco. Tony’s Bistro nos enamora con la fusión Vietnamita-Francesa con vista a la escenica de Acapulco.
Hablar de Acapulco es evocar una época dorada, cuando estrellas de Hollywood, escritores bohemios y aristócratas se reunían a orillas de esta bahía para celebrar la vida al ritmo del mar. Aunque el tiempo ha pasado, la esencia vibrante del puerto sigue intacta: su luz dorada al atardecer, su mar cálido, sus acantilados legendarios, y la alegría inconfundible de su gente.
Por Alexis Beard
Acapulco es un lugar de contrastes y encantos. Desde las playas de arena suave hasta los miradores que cortan el aliento, desde las tradiciones arraigadas como la Quebrada —donde los clavadistas se lanzan con valentía al vacío— hasta las nuevas propuestas gastronómicas y de hospedaje que reinventan su elegancia tropical.
En esta ciudad que nunca deja de mirar al mar, hay espacio para todos: para quienes buscan aventura, descanso, lujo o sencillez. Y en lo alto de todo ese esplendor, Tony’s Bistro se convierte en un faro de sofisticación, un recordatorio de que Acapulco sigue brillando con fuerza —no solo por su historia, sino por los nuevos momentos que, como una cena bajo las estrellas, se convierten en memorias imborrables.
La vista, la bahía de Acapulco, se despliega ante nosotros como un telón de fondo eterno. Y mientras los ojos se pierden en las aguas del océano, la lengua se encuentra con el ‘Arturo’s Fromage’, un queso caliente que se derrite con miel de acacia y un toque de trufa blanca. Es un viaje hacia la suavidad, un abrazo que invita a perderse en la combinación de lo dulce y lo salado, un canto de sabores que no tiene fin.
Tony’s abrió sus puertas el 28 de Diciembre de 2013 e inmediatamente recibió varios reconocimientos, entre ellos el Diploma de La Chaine de Rotisseurs y el Five Diamond Star Award que otorga la “American Academy of Hospitality Sciences”.
Erik Nguyen nació en París un 17 de agosto en 1954, influenciado por dos culturas: la francesa por su madre, y la vietnamita por su padre; dos fuentes culturales que se mezclan en sus orígenes y que le aportan un acervo gastronómico que duraría toda su vida.
Logrando a la exquisitez tradicionales platillos, el chef también ha experimentado con nuevos y deliciosos sabores, creando una cocina innovadora. En esta ocasión me deje llevar por uno de sus manjares mas premiados, reconocidos y solicitados: la hamburguesa Rossini, con cebolla caramelizada, aioli, reducción de vino tinto y Sterling Silver.
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También disfruté de los exóticos sabores de las alitas coreanas spicy con chile guajillo, la tradicional sopa de cebolla con queso gratinado, y los sabrosos caracoles ‘bourgogne’. Y claro que no puedo faltar una invención Tony Rullán, el genio detrás de este único lugar; queso de cabra con miel de acacia y trufa blanca, un original manjar.
Cuando la buena comida y el gusto refinado cruzan sus caminos se crea un vínculo especial entre ellos, que convierte el comer en un arte y –como lo escribió Isabel Allende– en un acto de amor.
Para más información: https://www.tonysacapulco.com/