China es un país con una riqueza cultural e histórica milenaria. Descubre que hacer y que lugares visitar en este maravilloso territorio.
Tras la Gran Muralla y la desconfianza de una nación, se esconde el país de las maravillas que describe Marco Polo en sus memorias; un mundo mágico de contrastes, con gente y clima diversos.
China es una nación que lleva más de una década transformándose y preparándose para mostrar al orbe sus entrañas. El miedo de abrirse ante el mundo se desvanece tras la emisión de cientos de visas, de las que alrededor de quince mil son para los mexicanos que cada año la visitan, ya sea por negocios o placer.
Esta tierra de contrastes sorprende desde el primer encuentro: su extensión, de poco más de 9.5 millones de km2, la convierte en el tercer país más grande del planeta, bordeado al norte por los desiertos de Mongolia, al oeste por la meseta tibetana y los Himalayas, al este y sur por el Mar Chino. Tiene un total de 22 provincias, cinco zonas autónomas y cinco mil islas, de las cuales Hong Kong y Macau se consideran regiones administrativas especiales.
Por si fuera poco, tiene siete de las 19 montañas más altas del mundo y la recorren más de 220 mil km de ríos, entre ellos el tercero en el planeta y el más largo de China, el Yangzi, con 6, 500 km, y el Río Amarillo de 464 km.
Con la globalización, los jóvenes que habitan en las ciudades no difieren en mucho de los de cualquier otro país. Vestidos con jeans y playeras multicolores, tienen los mismos intereses, se educan y buscan conocer más de ellos mismos y del mundo, están orgullosos de ser quienes son. La educación y el intelecto, que han dejado de ser oprimidos, vuelven a tomar gran valor en la sociedad china.
Las ciudades son grandes –la mayoría pasan del millón de habitantes–, ruidosas, llenas de autos y ciclistas que se mueven a toda prisa. Mientras Beijing se extiende a lo largo más que a lo alto, Shanghái está llena de rascacielos y es una metrópoli moderna.
A pesar de estas imágenes del mundo moderno, la verdadera China se encuentra ahí, en sus callejuelas, con sus abundantes puestos de comida y los hombres mayores jugando damas en plena calle, al igual que en el campo, que es sumamente productivo, en el cual uno puede viajar en el tiempo y encontrar carismáticos poblados de calles empedradas, casas blancas y con techos de tejas porcelanizadas, con gente que apenas entiende el mandarín y viste a su usanza.
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La Ciudad Prohibida es un palacio imperial de las dinastías Ming y Ping; es el complejo imperial más grande de China, con 720 mil m2. La Plaza de Tiananmén es la más grande del mundo. Alberga el mausoleo de Mao, que generalmente tiene filas interminables, y es prácticamente imposible visitar. El Templo del Cielo, Patrimonio de la Humanidad, es un complejo arquitectónico construido en 1420, localizado en un parque de 273 hectáreas. La mejor hora para conocerlo es al amanecer, cuando cientos de personas se congregan para practicar una infinidad de ejercicios, desde tai chi hasta tenis y clases de tango. Otros básicos son el Palacio de Veraneo de la Emperatriz y las Ruinas del Hombre de Pekín en Zhoukoudian.
Esta imponente obra milenaria localizada fuera de la ciudad, bordea las cimas de colinas y montañas abriéndose paso entre precipicios y bosques cerrados por más de 5, 000 km. Hay que subir cientos de escalones para llegar a las atalayas.
Al sur de Beijing se localiza esta ciudad que alberga un sitio arqueológico sorprendente: las Tumbas del Emperador Qin Shihuang, quien decidió construir un imperio subterráneo para representar la grandiosidad de su reinado. Ahí es donde se encuentran los Guerreros de Terracota.
Localizado en la región autónoma Zhuang de Guangxi, es un sitio con una naturaleza impresionante y abundantes reliquias culturales e históricas. Es el resultado de más de 300 millones de años de movimientos del suelo, mismos que originaron su actual topografía kárstica, donde sobresalen colinas, ríos, cuevas y formaciones rocosas. Existen varios itinerarios a escoger, uno de los cuales es a través del río Lijiang, de 50 km de largo, para visitar las aldeas zhuang, donde se pueden aprender los usos y las costumbres de los lugareños; conocer la arquitectura de las minorías nacionales, probar su comida y disfrutar de sus bailes.
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