“No hay amor mas sincero que el amor a la comida”… las inmortales palabras de George Bernard Shaw hacen eco en mi mente al caminar por las sinuosas calles de San Miguel de Allende. Este amor, esta pasión por crear experiencias culinarias únicas ha convertido a esta pintoresca ciudad en el destino ideal para los foodies. Joyas gastronómicas de muchos lugares nos atraen y seducen, sus aromas y sabores añadiendo sazón al alma hedonística de este Pueblo Mágico.
Un compendio de elegancia cultural y arquitectónica, San Miguel de Allende, es un destino repleto de arte, cultura, historia e imperdibles odas a las gastronomía de nuestro país.
Los sabores del mar en la ciudad: Zibu
El talento culinario del chef Daniel Hilario es el hilo conductor en la experiencia gastronómica única que se vive en el restaurante Zibu, dentro del hotel Live Aqua Resort San Miguel de Allende. La creatividad, el buen gusto y la excelencia unen fuerzas aquí, primero, para seducir a los paladares más exigentes y en segundo lugar, para sorprender a los viajeros más experimentados.
Foto de Zibu.
Mi velada en este restaurante de lujo me llevó de la mano a descubrir la idónea mezcla de los sabores de las playas mexicanas, los ingredientes de Guanajuato y toques internacionales. Desde los taco de short rib con salsa de tres chiles y trufa, hasta el pulpo zarandeado cocinado en horno de carbón, salsa de chile con ajo y miso; cada platillo jugó con mis sentidos.
Foto de Zibu.
Los vibrantes colores del carpaccio de pulpo con vinagreta de soya y manzana verde con cilantro, la delicadeza de la crema suave de jitomates orgánicos con leche de coco y nuez de la India y los seductores aromas del filete de huachinango marinado en curry envuelto en hoja de plátano, salsa de chile tailandés, cilantro y setas, son algunos de los elementos que han posicionado a Zibu como ícono de la excelencia culinaria de San Miguel de Allende.
Foto de Zibu.
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Entre viñedos: San Lucas
Con una vista panorámica de campos de lavanda, olivos y situado entre viñedos, San Lucas es el segundo hotel que abrió La Santísima Trinidad. Su arquitectura de estilo toscano me regresó a los pequeños pueblos perdidos entre los viñedos de Italia y su excelencia culinaria me hizo viajar por los sentidos.
Foto de La Santísima Trinidad.
De comida estilo mediterránea, la cocina de San Lucas utiliza ingredientes locales, en su gran mayoría de elaboración artesanal propia. La magia aquí está en el maridaje; los viñedos a nuestros pies producen vinos con alma mexicana y personalidad única. Elaborados con pasión por la esencia del terruño de México y bajo la experta mano de la enóloga Mailén Obon, estos vinos son poemas embotellados que nos hablan del clima, el sabor y el alma de nuestro país y su rica tierra.
Foto de La Santísima Trinidad.
Maridé el merlot de La Santísima Trinidad con platillos que combinan ingredientes mexicanos con los sabores de Italia, como el delicado carpaccio de res y las sabrosas pizzas creadas en el horno de leña de San Lucas. Estas pizzas son elaboradas con hierbas e ingredientes locales y artesanales que representan el corazón del arte culinario de San Miguel de Allende.
Foto de La Santísima Trinidad.
En la mesa del chef: Aperi
Ubicado en el hotel Dos Casas en el corazón de San Miguel de Allende, Aperi fue el escenario para una experiencia culinaria única, donde los intrigante y originales platillos del chef Omar Henríquez maridaron a la perfección con los elixires de Casa Dragones. En la mesa del chef, con el dulce sonido de una cascada y la música de copas al brindar, me deje llevar por lo más exquisito, refinado y autentico de este restaurante.
Foto de Aperi.
El chef Omar Henríquez nació en Tepic, Nayarit y a través de su carrera se ha empapado de la cultura culinaria de diversas zonas del país. Su cocina en Aperi se mece con las temporadas, con productos mexicanos y varias técnicas de cocina francesa.
Foto de Aperi.
La velada comenzó primero con un exquisito foie gras en pan brioche con pistaches, mostaza encurtida y compota de fruta, el cual maridamos con Tequila Casa Dragones Blanco. En segundo lugar, continuamos con una coliflor rostizada con puré de avellanas, arúgula y cúrcuma, cuyo complejo sabor nos fascinó a todos. Después degustamos una pesca de temporada con nabo blanco y zanahorias y una exquisita carne flat iron wagyu cross con apionabo y hongos – un manjar que jugó con nuestros sentidos. Por último, la cena concluyó con un mousse de kale con granizado de hinojo y uvas verdes.
Foto de Aperi.
Desde las Alturas: Rooftop at Selina
Ubicado en la pintoresca calle Cuna de Allende, el hotel Selina tiene en su techo uno de los restaurantes mas cotizados y seductores de de San Miguel de Allende: The Rooftop at Selina. Una escalera hacia el cielo, con una terraza panorámica y llena de un estilo chic que nos enamora a todos, el restaurante es la combinación de la cocina del chef Abel Hernández, la palpable historia del destino y un majestuoso setting a los pies de la catedral.
Foto de Selina.
Con una oferta gastronómica perfectamente armonizada y seleccionada por el chef y un ambiente seductor, este rooftop es el lugar de encuentro entre el arte culinario y la autentica cultura de San Miguel de Allende – maridado con una famosa y extravagante selección de cocteles de autor.
Foto de Selina.
Durante las horas de placer, hedonismo y contemplación que pasé en The Rooftop at Selina me deleité en algunos manjares únicos, como el guacamole con pork belly y los tacos de camarón. Mi platillo favorito fue el risotto con pulpo y plátano macho, cuya sedosa textura y sabor cautivó mi paladar.
Foto de Selina.
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En la playa de San Miguel de Allende: Sal y Canto
Haciendo lo imposible posible, el Valle de Los Senderos ha traído la playa a San Miguel de Allende. Un vínculo elemental con la naturaleza y una reconexión con la belleza de la tierra, el Valle nos presenta con una oportunidad para realinear el cuerpo, la mente y el espíritu. En este desarrollo, entre sinuosos caminos, jardines y cuerpos de agua, se encuentra una joya culinaria: Sal y Canto.
Foto de Sal y Canto.
La expresión artística del chef Atzin Santos y Juan Pablo Ballesteros en este lugar es una oda a la creatividad y la magia que resulta al mezclar con gran talento culinario productos locales como legumbres con quesos artesanales, y sabores y texturas innovadoras y atrevidas. El menú consta de identidad propia y está enmarcado en un concepto de entremezclar la modernidad con lo clásico.
Foto de Sal y Canto.
De igual forma, el chef toma inspiración en lo local, desde productos frescos de productores mexicanos hasta su nombre, cuyo origen proviene del estilo arquitectónico ‘cal y canto’ de la zona. Uno de mis manjares favoritos fue las endivias con praline de cacahuate, grana padano, jocoque y anchoa; una joya de sabores sorprendentes y originales.
Foto de Sal y Canto.
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