Fuimos hasta Francia para ver la final de la UEFA Champions League. Tuvimos un tour con Ronaldiho y vimos el partido en París, gracias a Expedia
Fuimos a las Final de la Champions League 2022 a París gracias a Expedia y fue una experiencia inolvidable. Un momento de ensueño que ocurre pocas veces en la vida y les queremos contar cómo fue lo vivimos.
Primero llegamos a París en un vuelo directo de diez hora de Air France y al llegar a la fila de aduanas, vimos cómo una marejada roja proveniente de Inglaterra acaparó el Charles de Gaulle. El Liverpool había llegado a la ciudad.
Tomamos el tren del aeropuerto hacia Gare du Norde, uno de los grandes conectores de trenes y metro de toda Europa, y nos dirigimos a una de las taquillas electrónicas para comprar un par de tickets (se prevé que para fin de 2022 se dejen de vender entradas de papel en el metro parisino) hacia la estación Gare Saint-Lazare, donde se ubicaba nuestro hotel.
Después de un par de transbordos, por fin llegamos a nuestro destino: Maison Albar Le Diamond.
Un hotel boutique de cinco estrellas con atención personalizada.
Cuenta con diferentes tipos de habitaciones, pero en todas encuentras cuarto de baño de lujo, una ambientación barroca, businnes center integrado, cristales Swarovski en la ornamentacón, balcón que da a Saint Lazare y lo mejor: es pet friendly.
Además cuenta con un gimnasio 24/7; masajes, corte de pelo y manicure; concierge y valet parking. Pero si lo que quieres es recorrer París de una forma diferente, te pueden personalizar rutas de running de 5 ó 1okm. Wow.
Pero lo mejor sons sus desayunos. Existe un menú a la carta , un take out (bebida caliente, jugo y pan dulce) y comida para niños. Les recomendamos, sin embargo, el buffete, que es uno de los mejores que hemos probado en la vida: charcutería, más de ocho tipos de quesos; pan dulce y salado, cereales, frutas y mermeladas; huevo, tocino, salchicha y una diversidad de postres. Una maravilla.
Fuimos recibidos con el kit de bienvenida de Expedia (un mini maletín con pila para el celular) y una habitación con vista a la explanada de la estación del tren.
Al siguiente día, muy temprano, empezó nuestra aventura. Todos los integrantes del viaje fuimos reunidos en el lobby con un claro objetivo: caminar diez cuadras para nuestro punto de reunión. Justo a lado de la Ópera nos esperaba un turibús reservado por Expedia, que nos llevaría a recorrer París.
Pero no era un turibús para visitantes, era un autobús VIP porque uno de los tripulantes, quien además sería nuestro guía, era ni más ni menos que Ronaldinho.
R10 nos llevó a sus sitios favoritos de París, pero el gran highlight fue cuando descendimos frente a la Torre Eiffel y con un balón en mano, nos tomamos fotos con él.
Para finalizar el viaje, arribamos a un hotel clásico de París, el Marignon, para una entrevista y tomar algunas cervezas y vino en su rooftop.
Pero faltaba lo mejor: el viaje hacia el Stade de France.
Ubicado en el suburbio de Saint Denis, al norte de París, el viaje duró cerca de 45 minutos. El tránsito se complicó entre más nos acercábamos al estadio.
Nosotros nos dirigimos hacia el hospitality llamado el Champions League Village, donde diferentes patrocinadores habían colocado estaciones privadas con comida y coctelería. Por ejemplo, el de Expedia ofrecía platillos típicos de los países que competían en la final, así como una barra de cervezas y vino.
El Village era excepcional, con una estación de cerveza central, photo opportunities y hasta freestylers.
Unos cuantos minutos antes del inicio del partido, a través de las bocinas colocadas en el Village, escuchamos que nos invitaban a entrar al estadio. Sin mayor problema, accedimos a las puertas principales del Stade de France. Una enorme banderola que anunciaba que hoy era la final de la Champions era lo único que podíamos ver en el horizonte.
Sobre el campo, una gigante lona azul cubrió el pasto y notamos cómo bailarines con vestimentas coloridas se preparaban para el show previo a la final, orquestado por Camila Cabello con fuegos pirotécnicos, música latina y coreografías.
Pero ninguna canción de Camila o de cualquier otra banda/fenómeno pop de la historia puede compararse con el himno de la Champions. Un silencio sepulcral mientras el centro del campo, con el balón compuesto de estrellas que simboliza a la Champions se ondeaba, sólo era un fastuoso prólogo antes del pitazo inicial.
Por fin, el clímax de la noche, del año y la temporada. Los jugadores y cuerpo técnico del Real Madrid sobre la tarima colocada a mitad de cancha, aguardaban a su capitán, Marcelo. El brasileño lentamente se acercó a ellos y al tener frente a él la copa de clubes más deseada en el mundo, la levantó sobre su cabeza y una explosión de papeles surcaron por el aire.
La fiesta apenas comenzaba, pero para nosotros ya era hora salir del estadio y contemplar cómo a cada paso que daba hacia el Village, había decenas de personas tomándose selfies y saltando al grito de “Hala, Madrid”.
Pasando la medianoche, me volví a subir al camión que nos llevaría a París. Las luces del Stade de France comenzaban a apagarse, pero la memoria de una noche inolvidable, apenas comenzaba a formarse en mi mente.
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