La ventaja de planear tus viajes con tiempo es que puedes conseguir los mejores precios y lugares, la desventaja es que la espera y las ansias serán muy largas. Tulum que es uno de los destinos más visitados de México al recibir cerca de 15 millones de turistas al año y Holbox es la pequeña isla al norte de Quintana Roo que no cuenta con más de 2000 habitantes eran los destinos para los siguientes 6 días.
El viaje comienza en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde se presentó un pequeño incidente; todo culpa de un llavero en forma de bala y personas de seguridad que no pueden distinguir uno real de uno falso. Consejo, ¡Evítenlos! Ya en el aeropuerto de Cancún, tomamos un autobús a Playa del Carmen, para inmediatamente tomar otro a Tulum. Este es un punto a tomar en cuenta, el transporte público en Tulum es escaso y principalmente para los turistas la única forma para llegar a los lugares fuera del centro, como era nuestro caso, es en Taxi o bicicleta.
Llegando al alojamiento a las 9 de la noche no pudimos admirar completamente la belleza del “Turquesa Jungle Camping” el sitio donde estaríamos acampando las siguientes noches. Una amplia tienda de campaña con un colchón confortable esperando en medio de la jungla es todo lo que necesitábamos. Salimos a buscar algo de cenar, y encontramos un lugar frente al mar, que rugía como dándonos la bienvenida.
Texto y fotos: Cassandra Sánchez Cena Instagram: @justcazz
El domingo despertamos con el sol y después de una ducha helada y un pequeño desayuno rentamos un par de bicis para recorrer los 8.8 km que nos separaban de la bellas ruinas Mayas con un clima agradable y conductores atentos a los viajeros que transitan por la Riviera Maya. Si eres Mexicano y puedes comprobarlo con alguna identificación, los domingos no pagas la entrada a las ruinas y los extranjeros solo pagan $70 pesos. Las Ruinas son pequeñas pero impresionantes y la playa a los pies del acantilado deleitan a todos los que por ahí pasan.
En el camino de regreso nos detuvimos a refrescarnos en una de las pocas playas públicas “Las Palmas”. Solo el hambre nos hizo salir de ese lugar, con ese azul turquesa tan profundo. El regreso se sintió más corto y nos detuvimos en un lugar con precios razonables a comer pizza y disfrutamos el atardecer con un arcoíris en la playa más cercana a nuestro alojamiento. Por la noche intentamos conseguir cervezas y algo de fruta para picar pero debido a la ubicación tuvimos que ir a un Chedraui bastante lejos del campamento.
Los 5 beach club imperdibles de la Riviera Maya
El siguiente día empezó con apretujones para meter todo en la maleta y llegar a tiempo a Playa del Carmen, puesto que los camiones a Chiquilá tienen pocas corridas y con satisfacción alcanzamos los últimos 2 asientos disponibles. El muelle donde partimos en Ferry a Holbox, se llenó rápido. La primera impresión de la Isla desde el puerto de Chiquilá es… Esto no es lo que me prometían las fotografías. ¿Dónde están las aguas cristalinas? ¿Y los largos bancos de arena? El agua verdosa no nos alentaba, pero los secretos de Holbox son para descubrirse poco a poco. Llegamos al puerto y atravesando la isla a escasas 10 calles estaba nuestro hotel “Casa del Viento Petit Hotel”, cuenta con 10 habitaciones y 2 estudios, jardín y decoración de estilo rustico. Un mini paraíso con dos camas, un baño privado, hamaca y ¡SÍ! aire acondicionado. Un miembro del personal nos recomendó los mejores lugares de la isla y nos entregó un mapa sonriente.
Aquí otro punto importante, los mejores lugares para comer abren mayormente por las noches, mediodía no es el momento adecuado para encontrar variedad y buenos precios. Comimos unos sencillos tacos de camarón y por fin nos dirigimos a la playa, y aquí es cuando todo empezó a tomar forma, el agua tan cristalina que puedes ver las uñas de tus pies incita. Caminamos un rato por la arena hasta encontrar el spot donde disfrutaríamos de un atardecer inigualable, tanto por la belleza del horizonte como por el banquete que se estaban dando los mosquitos con nosotros, después de esa tarde; el repelente de mosquitos fue el tercer compañero indispensable de viaje. Por la noche fuimos al centro a buscar algún postre y nos deleitamos con crepas y churros, la vida nocturna de Holbox es un paseo constante de familias, parejas y grupos de amigos que encuentran el lugar perfecto para pasar la velada.
El martes lo comenzamos con un excelente desayuno buffet en nuestro petit hotel y después fuimos a una playa alejada y pasamos la mayor parte del día tomando cerveza y holgazaneando en la playa.
Para la hora de la comida encontramos uno de los mejores lugares de la Isla, “Restaurant y Pizzeria Edelyn” delicioso y de precios accesibles. Para el atardecer escogimos el muelle, un lugar donde se puede encontrar toda la diversidad cultural que existe en Holbox, alemanes, argentinos, españoles, ingleses y mexicanos comparten sus historias con grandes sonrisas y buen ambiente. Otro atardecer para recordar.
Por la noche buscamos los churros y nos encontramos con las misteriosas “Marquesitas” una especie de oblea rellena con lo que quieras que nos dejan un excelente sabor de boca para terminar el día con una amistosa partida de scrabble en el hotel.
El miércoles decidimos tomar el tour tradicional de la Isla que incluye 3 puntos, Isla Pájaros, El Cenote de Yalahau y la Isla Pasión. Empezamos con un desayuno en el hotel y nos dirigimos al puerto para el paseo que duraría aproximadamente 3 horas. Las lanchas de tour son para apenas 8 personas, o sea que son grupos reducidos y como salimos temprano teníamos esperanza de que no hubiera tanta gente, después de aprox 10 min de recorrido llegamos a la Isla Pájaros, un área protegida donde puedes observar cientos de aves desde un mirador que no interfiere con su hábitat y no son molestadas. De nuevo en la lancha esta vez para ir al cenote en tierra que en realidad no es un cenote, es un ojo de agua. La entrada es de 10 pesos por persona y un recorrido de 5 min entre la selva para llegar a este pequeño lugar de no más de 15 m de diámetro, con aguas frías y un mirador que muestra dónde empieza lo que parece ser la Sabana. Puedes nadar en las aguas que no son tan profundas y son totalmente cristalinas por lo que puedes ver de dónde sale el agua y todos los restos de madera que hay en el fondo. Un lugar espléndido y radiante.
La última parada, Isla pájaros, fue sin duda mi favorita, un pequeño islote en medio de cristalinas aguas y cerca de los flamingos; te dejan de un lado y tienes que rodear la isla por la playa para llegar al mirador donde te estará esperando la lancha, la pequeña isla y la lisa arena son el complemento perfecto para unos minutos de paz donde no ves a nadie más que a tus compañeros de tour. El tour termina donde empezó y nosotros de vuelta al hotel a dormir un poco y recargar baterías. Para la hora de la comida encontramos lo que consideramos la mejor cocina de Holbox, un pequeño Bar llamado “La Anémona” que cuenta con una pequeña carta, nos ofreció los mejores burritos de langosta de la Isla, preparado todo al instante y frente a ti. Tanto nos gustó que volvimos para tomarnos unos tragos en la noche.
El jueves durante el desayuno, nuestro anfitrión nos recomienda ir a Punta Cocos y decidimos rentar bicicletas e iniciar nuestro último día en Holbox. Punta Cocos seguramente tiene el sobrenombre de paraíso, un lugar tan magnífico y apacible que resulta embriagante, en tu camino a la punta encontrarás por mucho 10 personas, cada una embelesada con la vista.
El sol en lo alto y el agua en su punto nos retuvieron ahí toda la mañana y parte de la tarde, una joya que toda persona que visite Holbox tiene que conocer, dónde podrás encontrar gran variedad de peces e incluso rayas.Para la comida-cena escogimos un lugar de hamburguesas en el centro Oliver´s, con una buena relación precio-sabor. Por último visitamos la tienda de regalos y brindamos por nuestra última noche en Holbox.
Por la mañana la tristeza nos invade mientras alistamos los pendientes y nos alejamos hacia el puerto en carrito de golf, porque claro, dejar este pequeño edén para volver a la locura de la ciudad duele. Holbox nos cautivó más de lo que esperábamos y la decisión de volver está más que tomada. ¿Cuándo? Esa es una respuesta que tardará unos meses en responderse.
La Cueva del Chango, restaurante en medio de la jungla en Riviera Maya