Durante algún tiempo, el jitomate fue considerado venenoso principalmente en Europa, debido a algunas creencias en diversas zonas de esta zona del mundo.
Cuando el jitomate llegó a Europa después del descubrimiento de América, inmediatamente se rechazó como alimento. Durante siglos, el tomate se vio con desconfianza y, en algunos casos, incluso se consideró venenoso. Hoy te contamos por qué.
Desde su llegada a finales del siglo XV hasta su aceptación generalizada en los siglos XVIII y XIX, el jitomate atravesó un proceso lleno de desconfianza, prejuicios y evolución cultural.
El jitomate es originario de América Central y del Sur, donde se cultivaba por civilizaciones como los mayas y aztecas, lo llamaban “xīctomatl“, que significa “fruta con ombligo” en náhuatl.
Después del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, los españoles llevaron el jitomate a Europa en el siglo XVI, probablemente entre 1521 y 1540. Inicialmente se introdujo en España, pero la expansión al resto de Europa llego a ser lenta debido a los prejuicios con que se le asociaba.
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La primera referencia escrita al jitomate en Europa data de 1544, cuando el botánico italiano Pietro Andrea Mattioli describió el tomate como un tipo de berenjena y lo llamó “mala aurea”.
Durante el Renacimiento, se creía que ciertas plantas tenían propiedades mágicas o demoníacas. Algunos consideraban que el jitomate era un afrodisíaco peligroso o incluso una planta asociada al diablo, lo que aumentó su rechazo.
El jitomate pertenece a la familia Solanaceae, que incluye plantas tóxicas como la belladona, y el estramonio. Esta relación generó sospechas de que también podía ser venenoso.
Su color rojo brillante en variedades maduras y su jugo ácido parecían peligrosos para la gente de la época, quienes asociaban colores intensos con toxicidad.
Muchos utensilios de cocina en los siglos XVI y XVII estaban hechos de estaño o plomo, el jugo ácido del jitomate disolvía pequeñas cantidades de plomo de los platos y ollas, lo que causaba intoxicaciones y, en algunos casos, la muerte. Esto reforzó la creencia de que el tomate era venenoso, aunque el problema residía en los utensilios.
Algunos botánicos del Renacimiento pensaban que el jitomate podía tener propiedades medicinales, aunque no existían pruebas científicas. Se utilizaba en pomadas y remedios caseros.
Los italianos fueron pioneros en la aceptación del jitomate como alimento. En el sur de Italia, comenzaron a incluirlo en recetas durante el siglo XVII.
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En el siglo XVIII, la salsa de jitomate se volvió una parte esencial de la cocina napolitana, especialmente en platos como la pasta y, más tarde, la pizza.
La historia del jitomate en Europa refleja cómo los prejuicios culturales, las limitaciones científicas y las supersticiones pueden retrasar la aceptación de alimentos nuevos. Sin embargo, su posterior adopción y popularización demuestran cómo un ingrediente puede transformar la gastronomía de todo un continente. De ser una planta ornamental sospechosa, el tomate se convirtió en un pilar de la dieta europea y mundial.