La polenta tiene una historia que se remonta a la época precolombina, cuando civilizaciones de América cultivaban maíz, ingrediente base de este platillo. Aunque hoy […]
La polenta tiene una historia que se remonta a la época precolombina, cuando civilizaciones de América cultivaban maíz, ingrediente base de este platillo. Aunque hoy se asocia con la cocina italiana, sus raíces provienen de alimentos similares elaborados en diversas culturas.
En la antigua Roma, se preparaban platillos con cereales molidos, como la cebada y el farro, cocidos en agua o leche, dando origen a una forma temprana de polenta. Sin embargo, el maíz, introducido en Europa tras el descubrimiento de América, revolucionó la receta y se convirtió en el ingrediente principal en Italia durante los siglos XVI y XVII.
La polenta se integró como un alimento básico en el norte de Italia, especialmente en regiones como Lombardía, Véneto y Piamonte. Su preparación sencilla y su versatilidad permitieron que se convirtiera en un platillo recurrente tanto en hogares rurales como en las mesas urbanas. La polenta se servía acompañada de salsas, carnes o quesos, adaptándose a las posibilidades económicas y preferencias regionales.
En Italia, adquirió un carácter simbólico, representando la conexión con la tierra y la tradición. Este platillo pasó a formar parte de festividades y reuniones familiares, destacándose en fechas significativas como la Navidad.
Durante la Navidad, la polenta adquiere un lugar especial en diversas culturas, especialmente en Italia. Se incluye como parte del menú navideño debido a su capacidad para alimentar a grandes grupos de personas. Su preparación en grandes ollas reunía a las familias en torno a la cocina, fortaleciendo la unión en la celebración.
La polenta navideña se sirve con salsas ricas, como ragú, o acompañada de estofados, creando combinaciones que realzan los sabores tradicionales de la época. En algunas regiones, la polenta se acompaña con pescados secos, como el bacalao, otra tradición navideña arraigada.
Con la migración italiana, la polenta cruzó fronteras y se popularizó en países como Argentina, Brasil y Estados Unidos. En estos lugares, conserva su vínculo con la Navidad, mientras adopta variaciones locales. La tradición de consumirla en estas fechas refuerza su papel como un platillo que conecta generaciones y culturas.
Hoy, la polenta es reconocida como un alimento con raíces profundas y un valor simbólico que trasciende su preparación. Su historia y conexión con la Navidad muestran cómo los alimentos pueden reflejar las costumbres y la identidad de los pueblos.