Frescos, curados o ahumados, los embutidos se disfrutan en todo el mundo. Pero, ¿es correcto mantenerlos como un producto recurrente en la despensa?
Los embutidos han sido parte integral de diversas culturas culinarias alrededor del mundo. Desde el chorizo español hasta la mortadela italiana, estos productos cárnicos ofrecen sabores intensos y versatilidad en la cocina. Sin duda alguna, los aperitivos para la reuniones no serían lo mismo sin ellos. Aunque no se discute mucho, su importante presencia en la alimentación humana genera controversia.
Mientras unos los presumen como alimentos de gran calidad, otros defienden que son una completa amenaza. A continuación, te contamos sobre los componentes y procesos que vale la pena conocer para decidir si los llevas a casa o no.
Por: Desiree Perea
Antes de adentrarnos en su composición, vale la pena entender a la perfección que se entiende por embutidos. Son productos cárnicos procesados que se elaboran a partir de carne picada, grasa, sal y especias. Se pueden introducir en envolturas naturales o sintéticas. Se clasifican de acuerdo a su preparación y conservación:
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Analizando a profundidad los embutidos, la realidad es que es posible encontrar puntos a favor. En primer lugar, concentran proteínas completas que ayudan principalmente en la recuperación de la masa muscular. De hecho, suele ser un alimento común en la dieta de deportistas. Presumen una importante cantidad de vitaminas del grupo B; y dentro de la categoría de minerales encontramos hierro y zinc.
Ahora, también es importante mencionar que no todo dentro de los embutidos es bueno. Suelen contener un porcentaje importante de grasa y sodio, ambos son malos para el sistema cardiovascular. Dicho elementos pueden variar dependiendo de la pieza que se elija. La oferta es realmente amplia, por lo que no está mal disfrutarlos. Eso sí, asegúrate de que no se convierta en una práctica recurrente.
Dentro de los ingredientes que se concentran en los embutidos, encontramos elementos buenos y malos. Esto no quiere decir que su consumo deba prohibirse por completo. Es aquí, donde la frase ‘todo en exceso es malo’ cobra sentido. Al momento de comprarlos, un primer consejo es elegir las opciones magras; contienen un menor porcentaje de grasa saturada y sodio.
También es importante centrar nuestra atención a las cantidades. Una forma popular de disfrutar los embutidos es como aperitivo o botana. Esto quiere decir que únicamente deben servirse porciones para abrir el apetito y no para llenar por completo el estómago.
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Es fundamental también combinarlos con alimentos saludables que puedan contrarrestar su efecto. Por ejemplo, puedes acompañar con vegetales asados, vegetales frescos de hoja verde y hasta añadir una porción pequeña de frutos secos.
No tienes por qué considerar a los embutidos como un enemigo alimentario. La mezcla de especias y carnes, así como su método de preparación permiten presentar un producto final exquisito. Así como contienen proteínas importantes, no significa que deban sustituir otras versiones mucho más completas. La clave aquí es comprar inteligentemente, para así llevar a casa de manera ocasional las mejores piezas.