Conoce sobre las diferencias puntuales que hacen único al caldo de pollo y el caldo de gallina. Dos preparaciones reconfortantes que recuerdan a casa.
Los caldos representan una base fundamental dentro de la cocina en el mundo. En nuestro país, se conocen dos recetas en especial que siempre nos hacen sentir como en casa; el caldo del pollo y el de gallina. Más allá de la diferencia del ave con los que se preparan, existen otros factores por los que estas preparaciones son diferentes. En esta nota te contamos sobre dichos elementos que ayudan a identificar cada uno de estos caldos.
Por: Desiree Perea
En primer lugar, a simple vista es posible diferenciar ambas preparaciones; el caldo de pollo suele presentar un color amarillo claro o dorado. Esto debido a que la cocción del pollo joven y sus huesos. Mientras que el caldo de gallina presenta un tono ligeramente oscuro, esto se debe a que la mayor concentración de grasa y la cocción prolongada de la gallina; que aporta un color más profundo.
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El tiempo de cocción es un factor determinante en las diferencias entre ambos caldos. El caldo de pollo se prepara relativamente rápido si lo comparamos con el caldo de gallina. El pollo no requiere de una cocción prolongada puesto que la carne es más suave; mientras que la carne de gallina requiere mayor tiempo en cocción por la textura de la carne. De hecho, es fácil identificar un mal caldo de gallina a partir de la carne.
El caldo de pollo se puede acompañar con una porción de arroz que puede ser rojo o blanco; además de verduras, donde la selección más popular es calabaza verde, zanahoria, papa y chayote. Algunas versiones incluso eligen pastas. Para el caldo de gallina, también puede optarse por arroz o bien, por garbanzos. Una vez servidos en el plato, se agrega cebolla y cilantro fresco.
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Ambos caldos son ricos en proteínas, vitaminas y minerales. Sin embargo, el caldo de gallina destaca por su mayor contenido de colágeno, una proteína que aporta beneficios para las articulaciones, la piel y el cabello. Además, es rico en hierro, lo que lo convierte en una excelente opción para personas con anemia. Se obtiene un mayor porcentaje de nutrientes gracias a que el periodo de cocción es mayor.
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Por otra parte, el caldo de pollo suele ser preferido por su bajo contenido de grasa. De hecho, es una opción popular dentro de la dieta blanda, a esta se recurre durante o después de un periodo de enfermedad. Sin embargo, esto no significa que el sabor sea más ligero, pues es posible lograr una preparación final sustanciosa.
El caldo de pollo y el caldo de gallina son dos pilares dentro de la gastronomía mundial, cada uno con sus propias características y beneficios. No existen razón alguna para crear una discusión alrededor de ambas preparaciones, pues cada uno puede preferirse en ocasiones diferentes.