Por Alexis Beard
Hay lugares donde el tiempo parece aflojar su paso, donde el paisaje habla más fuerte que las palabras y la calma se posa en los hombros como una manta tibia. Rosewood Matakauri, en la orilla del lago Wakatipu en Nueva Zelanda, es uno de esos sitios. Aquí no se llega, se arriba. Como si uno emergiera de una vida agitada para reencontrarse con lo esencial: la luz, el agua, las montañas y el silencio.
Belleza Natural
El hotel, antes conocido como Matakauri Lodge, renace bajo la elegancia sobria de Rosewood, con su discreta filosofía de lujo conectado con el entorno. Y qué entorno. Al despertar, los Alpes del Sur —con los picos de The Remarkables, Cecil y Walter Peak— saludan desde la ventana, reflejados en las aguas quietas del lago. La naturaleza manda, y el diseño del lodge, cálido y contemporáneo, se rinde ante ella: ventanales de piso a techo, tonos tierra, texturas nobles y una arquitectura que se esconde más de lo que presume.
Las suites, repartidas con respeto al paisaje, ofrecen privacidad absoluta. Cada una parece una cabaña secreta que sabe lo que uno necesita antes de pedirlo: una chimenea encendida, una tina frente al horizonte, un sillón donde leer sin prisa. Afuera, un sendero serpentea entre arbustos nativos y pasto dorado, invitando a caminar sin rumbo.
Gastronomía Sustentable
La experiencia culinaria está íntimamente ligada a la región. La cocina, liderada por chefs que entienden la sencillez como virtud, privilegia ingredientes locales y cambia según las estaciones. Se cena con vista al lago, con vinos de Central Otago que abrazan el alma como lo hace la brisa que llega desde Queenstown.
Y aunque la ciudad está a solo minutos en coche, en Matakauri no hace falta moverse. El spa, casi escondido entre árboles, ofrece tratamientos con productos botánicos neozelandeses. Las caminatas guiadas revelan historias maoríes y secretos del bosque. Y si se deseamos aventura, los fiordos, los glaciares y los cielos más estrellados del hemisferio sur esperan a corta distancia.
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En Rosewood Matakauri no hay ostentación. Hay belleza real, silenciosa y poderosa. Uno no se despide, simplemente se promete volver, como quien deja un trozo de sí entre montañas y vuelve renovado, con el alma más liviana.
Para más información: https://www.rosewoodhotels.com/en/matakauri
