Tenemos una caja de pandora al alcance de un click. El internet resulta una rica arca informativa que podemos usar para saber más de cualquier tema, platicar con nuestros amigos, conectar con otras personas con intereses afines a nosotros, conocer lugares que no hubiéramos imaginado y organizar nuestro menú del día y salud en apps y calendarios digitales. Esta herramienta también es útil en nuestra alimentación, en la cocina y una alternativa para saciar nuestra sed de preguntas culinarias, desde equivalencias a localizar en dónde se consigue galangal y cómo cultivar nuestras propias lechugas.
Para quien se siente solo en el mundo y cree que dedicarle tanto tiempo al tema de la comida es cosa de locos, en el mundo digital uno se da cuenta de que no es así. Hay muchas comunidades interesadas -que sin conocerse- comparten sus experiencias, trucos, consejos, y hasta reseñas de los lugares que visitan para que sus amigos pidan o eviten ciertos platos de la carta.
Lo que más se comparte en redes sociales con mayor éxito son las fotos de comida. ¿A quién no le gusta un close up de una hamburguesa al grill con queso derretido o dos bolas de nieve con chocolate derritiéndose al momento? Todo buen foodie ha compartido en sus redes imágenes bajo el hashtag de #Foodporn. Son fotografías que se convierten en el objeto del deseo, en una lista de cosas enlistadas para luego ir a buscarlas y rectificar con nuestro paladar lo bien que sabe.
El postear platillo por platillo,puede que le quite parte de la sorpresa de visitar un restaurante porque ya sabemos qué sucederá al verlo anteriormente en los contenidos de nuestros amigos. El internet puede que sea una herramienta de doble filo, ya que informa pero también satura de información. Como cuando un grupo de entusiastas se ponen de acuerdo en visitar el mismo lugar y comparten el mismo menú bajo hashtags como #ñam, #yummie #foodie ¿Qué fue lo delicioso y único cuando todos los días hacen lo mismo? Debe existir un equilibrio entre lo que compartimos, lo que comemos y también nuestras formas de convivencia la cual ha cambiado desde la llegada del celular y tenerlo en la mesa.
Y hablando de comunicación, lo que más se comparte en redes sociales con mayor éxito son las fotos de comida. ¿A quién no le gusta un close up de una hamburguesa al grill con queso derretido o dos bolas de nieve con chocolate derritiéndose al momento? Todo buen foodie ha compartido en sus redes imágenes bajo el hashtag de #Foodporn. Se han vuelto un lenguaje universal y divertido al cual por fortuna incluyeron comida, gracias por ello, internet.
Los secretos de cocina ahora son secretos a voces, pues la información entre comunidades se comparte en segundos, hay quienes sacan el chef que llevan dentro y comparten sus recetas en blogs replicando recetas de famosos o propias, se tienen el paso a paso en videos y a veces en streaming porque siempre todo lo que pase en tiempo real es más interesante. De hecho hay quien deja abierto su canal de video en tiempo real comiendo durante exhaustivas horas. En la red hay para todos los gustos y curiosidades.
Y no es todo, ya por último hay que decir que todos nuestros consumos pueden ser registrados. Con los refrigeradores inteligentes, la despensa llega sola a nuestra casa cuando el sistema detecta que faltan ciertos insumos, Google empieza a detectar los lugares a los que vamos con mayor frecuencia, por medio de nuestros check ins y posteos se arma una gran base de datos que detecta lo que nos agrada y con ello ofrecernos productos y actividades a nuestra medida.
¿Ustedes qué tan activos son en redes sociales y cómo usan a la carretera de la información? Comenten y compartan que hoy es el Día del Internet en Twitter y Facebook, recuerda usar el HT #SoyGourmet
Por Raquel del Castillo @Raquel_Pastel
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