Antes de intentar maridar una cena tan vasta y variada como lo es la de Día de Gracias, es necesario tener algo claro: es muy difícil, prácticamente imposible, que un mismo vino vaya con todos los platos, específicamente porque en la mesa se sirven desde ensaladas
ligeras y frescas hasta proteínas con contenido graso importante, platillos cremosos y un par de opciones dulces, todo esto antes de llegar al postre.
Por: Ava García Leeh
Para tener un maridaje exitoso, hay dos consejos primordiales. El primero: es mejor comprar unos cinco vinos diferentes; así cada quién podrá probar y quedarse con el que más le guste, o ir cambiando el vino en cada platillo. El segundo consejo y el más importante: hay que relajarse, pues el ejercicio de maridaje perfecto sólo existe en las aulas.
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Pero sí hay algunas variedades o estilos de vino que pueden funcionar mejor. La clave es pensar que deben de ser bebidas frutales, con aromas terrosos y taninos suaves. La frutalidad funcionará bien con las salsas de arándano y de manzana, mientras que los taninos suaves con el pavo y el gravy, que pueden tener un contenido graso importante.
Una opción es un Zinfandel, que va bien con especias como clavo y canela y que tiene la suficiente intensidad para soportar la grasa del pavo. Por otro lado, si tu cena será súper clásica, tradicional y no muy especiada, lo mejor es un Pinot Noir, que acompañará bien platos cremosos como el puré de papas y, al mismo tiempo, acentuará los sabores de la salsa de arándano.
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También vendrá bien aprovechar el reciente lanzamiento del Beaujolais Nouveau para invitarlo a la mesa: éste va bien con ensaladas, pastas y el puré de camote. Además, como la cena de Día de Gracias comprende muchas preparaciones dulces, la acidez de este vino ayudará a equilibrar el dulzor. La ligereza y la suavidad de los taninos del Beaujolais acompañan muy bien también al pavo.
La opción que nunca debe faltar, un vino espumoso: este sí es lo suficientemente versátil para estar presente desde el principio, como aperitivo, hasta el postre. La carbonatación del fermentado ayuda a limpiar paladar y prepararlo para un plato diferente, además de darle un descanso de la grasa del pavo y del gravy.
Ahora bien, si le damos oportunidad a esta cena, podrá convertirse en un gran ejercicio para comprender los maridajes: la variedad de platillos con distintas temperaturas e intensidades de sabores nos da oportunidad de probarlos con vinos diferentes, decidir de manera individual qué funciona y qué no y aprovechar el diálogo con quienes compartimos la mesa para comprobar que la percepción de un vino es una experiencia personal.