Hoy en día la variedad de corchos para el vino parece expandirse, sin duda, son el elemento clásico que destaca por encima de todos. A pesar de la diversificación del mundo vinícola, el corcho continúa siendo el cierre estrella y no sin razón. Sus múltiples propiedades y virtudes lo posicionan como el material ideal para esta función.
El corcho no solo es ligero, sino que, también exhibe una impresionante impermeabilidad tanto a líquidos como a gases, lo que garantiza la integridad del vino contenido en el recipiente. Su elasticidad da un cierre seguro adaptado a la forma del cuello de la botella y su capacidad de aislamiento térmico contribuye a mantener las condiciones óptimas de almacenamiento. Además, brinda una capa adicional de protección.
El corcho se destaca por ser un material biodegradable y renovable, lo que lo convierte en un elemento respetuoso con el medio ambiente. Otra de sus virtudes radica en su capacidad para permitir la microoxigenación y la evolución positiva de los vinos de guarda. Esta cualidad es fundamental para el proceso de envejecimiento del vino, ya que, permite una interacción controlada entre el líquido y el oxígeno, contribuyendo así a la mejora de sus cualidades con el tiempo.
Diferencia entre la fabricación de barricas y corcho
La elaboración de barricas y corchos, son dos elementos infalibles en la industria del vino, estos elementos son la fuente secundaria para lograr su fabricación. Las barricas se fabrican a partir de madera de roble, mientras que el corcho proviene del alcornoque. A nivel internacional, la producción de corcho alcanza las 340,000 toneladas anuales, siendo Portugal y España los principales productores. Para fabricar las barricas es necesario cortar el árbol. Este se obtiene sin necesidad de talar, se extrae la corteza del alcornoque, la cual se forma por células muertas. Este proceso no daña al árbol y permite que la corteza se regenere, conservando así el valioso recurso vegetal.
La extracción de corcho de un alcornoque se realiza cuando este alcanza los 30 años. Las extracciones siguientes, conocidas como sacas, ocurren cada nueve o diez años. La calidad mejora con el tiempo. Un alcornoque puede ser sometido a este proceso unas diez veces durante su ciclo vital.
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Las fases de producción de un corcho
El proceso de elaboración del corcho se divide en cinco fases: pelado, secado, cocción, perforación y clasificación. El pelado, se realiza entre mayo y agosto, es a mano lo que implica el uso de herramientas tradicionales como el hacha y la palanca. Los sacadores deben ser precisos en sus cortes para no destruir el árbol.
Cuando se pelan, las planchas de corcho se secan y se cuecen para obtener una textura flexible y aumentar su grosor. Posteriormente, se dejan reposar para que adquieran una forma plana. La perforación, consiste en cortar los tablones en tiras y perforarlos para obtener tapones cilíndricos. Finalmente, se clasifican según su porosidad, resistencia y diámetro, siendo los de alta gama destinados a marcas premium.
Este proceso es la fusión entre la artesanía tradicional y la sostenibilidad en la producción de corcho, preservando el alcornoque mientras se abastece a la industria vitivinícola de un recurso natural esencial.
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