La sidra asturiana ha sido oficialmente declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, un reconocimiento que resalta la importancia de esta tradición en la identidad y vida social de Asturias.
Este logro fue confirmado en el comité intergubernamental que la organización celebró en Paraguay, donde se decidió incluir la cultura sidrera asturiana en su lista de prácticas protegidas a nivel mundial. Esta distinción no solo protege la elaboración y el consumo de la sidra, sino también los rituales, las costumbres y la conexión con la gastronomía local. La Unesco reconoce el papel fundamental de la sidra en la historia y el patrimonio de Asturias, asegurando su preservación para futuras generaciones.
La sidra asturiana es Patrimonio Mundial Inmaterial de la Unesco
Este reconocimiento destaca la importancia cultural y social de la bebida, que forma parte esencial de la identidad asturiana desde hace siglos. En esta edición, la candidatura de la sidra asturiana fue la única presentada por España, culminando un proceso de nueve años de trabajo. La Unesco ha valorado tanto el ritual del escanciado como la transmisión de conocimientos sobre su producción, aspectos que han permitido su conservación a lo largo del tiempo.
El proceso de elaboración de la sidra asturiana sigue métodos tradicionales que combinan técnicas ancestrales con la influencia del entorno natural. Los llagares, donde se produce la sidra, han sido clave en la preservación de esta práctica, que ha evolucionado sin perder su esencia.

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La tradición sidrera
Además de ser una bebida, la sidra asturiana representa un símbolo de convivencia y celebración en la cultura local. Su consumo está ligado a encuentros sociales, festividades y tradiciones que fortalecen los lazos comunitarios. Con este reconocimiento, Asturias refuerza su posición como referente en la producción de sidra natural, promoviendo su difusión a nivel global. La Unesco subraya la importancia de mantener vivas las prácticas culturales que definen la identidad de los pueblos, garantizando su continuidad para las futuras generaciones.
La sidra asturiana ha sido declarada Patrimonio Mundial Inmaterial por la Unesco tras la decisión del comité intergubernamental reunido en Asunción, Paraguay. Este reconocimiento destaca la importancia cultural y social de la bebida, que forma parte esencial de la identidad asturiana desde hace siglos.
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La cultura sidrera asturiana y su reconocimiento internacional
La tradición sidrera en Asturias ha sido reconocida gracias a su vínculo con la Denominación de Origen Protegida (DOP) Sidra de Asturias, una certificación que garantiza su elaboración con manzanas autóctonas y métodos tradicionales. La sidra asturiana ha mantenido un proceso de producción que se remonta varios siglos atrás, destacando por el uso de técnicas heredadas de generación en generación. La selección de variedades de manzana locales y el prensado natural son aspectos fundamentales que contribuyen a su calidad.
Uno de los aspectos más característicos de la cultura sidrera es la forma en la que se comparte la bebida. El uso de un mismo vaso entre varias personas simboliza un sentido de comunidad, reforzando el valor social de esta tradición. Este elemento fue destacado en la candidatura presentada por el Ministerio de Cultura, subrayando su importancia como parte del patrimonio inmaterial.
Los llagares y las espichas como expresión cultural
Los llagares son los espacios donde se elabora la sidra asturiana, y han sido testigos de celebraciones tradicionales como las espichas, reuniones donde se consume sidra directamente de los toneles. Estas festividades son esenciales para comprender la importancia de la sidra en la vida cotidiana y las costumbres de Asturias. En esta edición, la candidatura de la sidra asturiana fue la única presentada por España, culminando un proceso de nueve años de trabajo. La Unesco ha valorado tanto el ritual del escanciado como la transmisión de conocimientos sobre su producción, aspectos que han permitido su conservación a lo largo del tiempo.
El proceso de elaboración de la sidra asturiana sigue métodos tradicionales que combinan técnicas ancestrales con la influencia del entorno natural. Los llagares, donde se produce la sidra, han sido clave en la preservación de esta práctica, que ha evolucionado sin perder su esencia. Con este reconocimiento, Asturias refuerza su posición como referente en la producción de sidra natural, promoviendo su difusión a nivel global. La Unesco subraya la importancia de mantener vivas las prácticas culturales que definen la identidad de los pueblos, garantizando su continuidad para las futuras generaciones.

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La sidra asturiana, una tradición con más de 2.000 años
La sidra en Asturias aparece en documentos medievales del siglo VIII, aunque su producción podría remontarse al menos dos milenios. Es una bebida con profundas raíces en la región. Existen referencias escritas desde el siglo VIII que mencionan su consumo, lo que indica que el conocimiento sobre el cultivo del manzano y su elaboración ya estaba asentado. Algunos estudiosos sugieren que esta bebida podría haberse producido en la zona desde hace más de 2.000 años, una teoría respaldada por la presencia de manzanos autóctonos.
El proceso de producción de la sidra natural se ha mantenido fiel a la tradición. Se elabora mediante la fermentación del zumo de manzana, sin añadir azúcar ni gas artificial. Su consumo está ligado a la cultura asturiana, con la tradicional forma de escanciado, que permite oxigenar la bebida y potenciar sus características. El papel de la sidra en Asturias trasciende lo gastronómico. Ha sido un elemento social y festivo, presente en celebraciones populares y en la vida cotidiana. A lo largo de los siglos, la bebida ha evolucionado sin perder su esencia, convirtiéndose en un símbolo de identidad para la región.
Asturias, la región con el mayor consumo de sidra en el mundo
La sidra es parte esencial de la identidad asturiana, manteniendo vivas sus tradiciones y costumbres gracias a un consumo sin comparación. Desde hace siglos, Asturias ha desarrollado una fuerte conexión con la sidra, una bebida que va más allá de lo gastronómico para convertirse en un símbolo cultural. Con un consumo anual que supera los 50 litros por persona, la región ostenta el mayor registro a nivel mundial. Este dato refleja el profundo arraigo de la sidra en la vida cotidiana de los asturianos.
