En México se producen muchas bebidas alcohólicas con métodos tradicionales y hasta significados más allá de lo terrenal. Conoce la historia del sotol, pox y más.
Los destilados forman parte de la historia de nuestro país. En cada uno de ellos se ve reflejada su gente, el trabajo duro en el campo y un poco de su historia.
Por: Fernanda Hernández @ferhernandez_v
Se bebe a besitos igual que el mezcal. El sotol tiene denominación de origen en Durango, Coahuila y Chihuahua. Se elabora de agave silvestre, su sabor es fuerte y con notas ahumadas, producto de su tiempo de cocción en hornos de piedra calentados con leña de la zona.
Sonora es el estado de la bacanora. Una bebida que se elabora con agave Angustifolia Haw. Esta bebida con más de 300 años de historia recorre las calles sonorenses con orgullo. Las piñas se cocinan con madera de ocote en hornos de piedra y se destila dos veces. Su sabor es ligeramente dulce y ahumado.
La raicilla es la segunda bebida más importante de Jalisco. Se elabora con dos tipos de agave, pata de mula o lechuguilla y raicillero. Su sabor es suave, con ligeras notas herbales y cítricas. Para su elaboración es necesario dejar 24 horas la cocción de las piñas y luego proceder con el machacado para que la mezcla fermente y así se pueda realizar la destilación que dura aproximadamente 8 horas.
Es un destilado de caña y maíz que se elabora en Chiapas. El pox es considerado una bebida espiritual, un canal para tener una conexión con el mundo espiritual. En los últimos años el pox se ha popularizado, en algunos lugares puedes encontrar pox fermentado con frutas, sin embargo el pox blancos es el original. Se recomienda beberlo de a poco ya que su alta graduación alcohólica puede ser un poco fuerte en paladar.
Michoacán no solo es rico por sus carnitas y su buena comida. La charanda es su bebida insignia, en cada rincón de este bello estado te reciben con una sonrisa y una buena charanda. Se elabora con caña de azúcar, el jugo se fermenta y se destila para después pasar un tiempo en barricas de roble o encino. Su nombre significa tierra colorada en purépecha. El sabor de la charanda es suave y con ligeras notas ahumadas.