A través de las Cosechas 1992, 1993 y 1995, se hizo un recorrido por diferentes etapas de Bodegas Domecq, desde hace casi 30 años.
Bodegas Domecq, la casa vinícola ubicada en el Valle de Guadalupe, Baja California, cumple 50 años de existencia este año, y uno de sus primeros festejos fue una cata vertical de añadas viejas de hasta 30 años de antigüedad.
El sabor del tiempo es algo que puede constatarse en una cata histórica, como a la que asistimos con dicha marca en la CDMX. Tener en las copas vinos de entre 27 y 30 años de edad, es algo que no se experimenta todos los días.
La situación ameritaba un reencuentro muy simbólico: el del primer enólogo de Domecq, Camilo Magoni, y el actual Wine Maker, Alberto Verdeja, quienes platicaron detalles y algunas curiosidades de las etiquetas viejas.
Te podría interesar: 10 etiquetas de vino mexicano para presumirle al mundo.
“La bodega nació en los años 70, con el nombre de Vides de Guadalupe. Se adquirió la propiedad a principios del 72; yo hice el primer croquis de la bodega por ahí de marzo, para empezar en septiembre a trabajar. El 23 de septiembre de ese mismo año se hizo la inauguración oficial”, recuerda Magoni.
A su vez, Verdeja aseguró que desde su llegada, hace 23 años, fue encontrando botellas que salían de circulación, pero a las que guardaba. Eso, asegura, con el paso del tiempo les ha hecho ver parte de su evolución.
La uva de la cata vertical fue Cabernet Sauvignon, debido a su importante resistencia a condiciones complejas, siempre y cuando se le proteja correctamente.
Te podría interesar: El vino mexicano tiene rostro joven.
La primera añada que se probó fue una 1991, que tuvo vinificación clásica, así como maceraciones pre y post fermentativas. Muestra un color teja marcado, notas balsámicas, astringencia y franqueza de la uva.
La cosecha 1993 posee una concentración más marcada, es de rojo más intenso, tanino sedoso y sensación terrosa y ligeramente mineral.
Finalmente, la 1995 tiene fruta más expresiva, con notas de pimiento asado y balsámicos. En boca ofrece un tanino redondo, con permanencia y durabilidad.
La importancia de ejercicios como el de la cata, radica en que cuando las añadas se evalúan juntas y por separado, se convierten en ventanas de tiempo. Solo así se pueden comprender mejor los procesos de la época, así como las usanzas que aún podrían ser de utilidad en la actualidad.