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7 Bodegas de vino en Rioja para enamorarte

7 Bodegas de vino en Rioja para enamorarte

Por: Gourmet de México 22 May 2018

Desde las pequeñas familiares, las clásicas de gran tradición, hasta las modernas con instalaciones vanguardistas, vale la pena hacer un recorrido por las bodegas de vino.

Una aventura enológica a lo largo de 140 kilómetros cuadrados, donde pudimos apreciar el trabajo y la pasión que respaldan las memorias de cada una de sus bodegas, que van de las pequeñas familiares, las clásicas de gran tradición, hasta las modernas con instalaciones vanguardistas. La autenticidad y la singularidad de sus vinos hacen que Rioja sea la región perfecta para beberse a pequeños sorbos, durante toda la vida.

Por Fernanda Balmaceda @fer_balmaceda

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A una hora y media del aeropuerto de Bilbao, nace un suelo de viñedos. Tres comunidades autónomas conforman la geografía de lo que hoy está bajo la denominación de origen Calificada Rioja (la primera de España) y que concentra más de 520 bodegas: Rioja alta, Rioja baja y Rioja Alavesa. en cada una se manifiesta una tradición más viva que nunca, donde la diversidad y la singularidad son constantes en su producción y en el trabajo que va de la viña a la bodega, y que se acompaña de una variedad climática única, así como de suelos muy ricos y distintos. Hay casos que van de las cuevas y los métodos antiguos, hasta los drones y los robots para el control de los procesos. estos son algunos de los ejemplos que hacen hoy la historia de La Rioja, un territorio donde la tradición y la modernidad se conjugan para transmitir relatos únicos en cada botella. a continuación, presentamos una ruta, de las muchas por hacer, por este destino enológico de calibre mundial.

Lecea, historia y tradición

Enclavada en la comunidad de San Asensio, en Rioja Alta, se encuentra la Bodega Lecea, fundada por Luis Alberto Lecea, expresidente del Consejo de la D.O.Ca. Rioja. Sus edificios, comunicados bajo tierra en cuevas llamadas calado, datan del siglo xvi y son portavoces de la etapa antigua de los vinos riojanos. Una aventura en el tiempo que te relata el método de almacenamiento en cuevas de madera de hace 500 años y su transportación en pieles de cabras, el pisado tradicional de la uva y cómo estos evolucionaron cuando el vino pasó de ser un alimento a una cosa exquisita, como consecuencia de la filoxera francesa, hace 140 años, que llevó a los franceses a comprar vino para llevárselo a su mercado en Burdeos y esto amplió los horizontes riojanos y su necesidad de volverlo negocio. Así, en San Asencio hay alrededor de 330 bodegas abandonadas y sólo dos elaboran vinos. Esto se debe a que, hace unos 30 años, cientos de agricultores que no lograron cumplir con los estándares de calidad del Consejo Regulador se unieron en asociaciones y cooperativas para producir y vender uvas a otras bodegas.

Hace tres años, Luis Alberto compró una parte de esta bodega, la otra se la heredó uno de sus abuelos, y a modo de tributo al tiempo, hace sus caldos con elaboración moderna y almacenamiento en antiguo con hormigón. También tienen una etiqueta que comercializan joven y que, a pesar de su limitada producción y que no lleva la marca Lecea, se ha vuelto su presea artesanal: Corazón de lago. Éste se elabora con el método antiguo: deja las uvas en el agua, enteras y sin romper, para una maceración carbónica (fermentación del tinto sin romper) durante 15 días. Éstas fermentan a través de la piel del grano, luego, antes de pisarlas, les escurre el 30 por ciento del líquido que se ha roto y pisan las uvas que se conservaron. Al día siguiente, se pasa por una prensa donde sólo se obtiene el 50 por ciento en vino. El resultado es un caldo único: con mucha más fruta, aroma y sabor que cualquier joven que hayas probado. A la par y para hacer más viva esta herencia, cada año hacen la fiesta del pisado de la uva con la elaboración tradicional, de puertas abiertas al público, la cual ganó en 2016 el premio a la mejor experiencia turística nacional.

Ontañón: arte y vino

“El vino es poesía embotellada”, versaba Robert Louis Stevenson, y la familia Pérez Cuevas siempre lo vislumbró como parte de su filosofía enológica. Raquel, Leticia, Rubén y María son la quinta generación que decidió continuar con la tradición del cultivo de la vid (con 250 hectáreas de tempranillo, graciano, garnacha y viura en Quel, Rioja Baja) a través de la fundación de esta bodega, hace treinta años, donde el arte pasa de ser una mitología a una realidad que te envuelve como en un sueño. Miguel Ángel Sáinz, artista español, fue quien trabajó durante cuatro años en el interior de la bodega para lograr recrear el mundo de la mitología, a través de pinturas, esculturas y arte-objetos relacionados con Dionisio, dios del vino y la feminidad. Sorprende en la entrada de la bodega la escultura colosal de una mujer rota semidesnuda que cría y trabaja, mostrando el lado subversivo del artista, en una época donde las bodegas eran dominadas por el trabajo masculino. Mientras que en su centro o entrañas impacta la de Perséfone y el origen de las estaciones del año.

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