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El speakeasy Jules Basement le dice adiós a su guarida de drinks y jazz

Por: Ollin Velasco 18 Jun 2020
El speakeasy Jules Basement le dice adiós a su guarida de drinks y jazz
Luego de nueve años de coctelería y música en un sótano de Polanco, este proyecto se despide. Pero nos deja muy buenos recuerdos.

Todos recordamos su puerta de refrigerador que daba paso a un sótano rebosante de cocteles y jazz. Jules Basement fue un pionero en lo que a bares speakeasy en la Ciudad de México se refiere y hoy cierra sus puertas de forma permanente, pero podemos seguirlo recordando como el estandarte de la novedad en el mundo del bartending que en su momento fue.

La razón principal de bajar su telón, sí, fue el covid-19.

“La pandemia nos afectó muchísimo. Teníamos el plan de seguir con el proyecto, pero una vez que empezó el encierro el casero nos subió la renta del lugar de forma estrepitosa, como a 40% más. No tuvimos más que tomar este decisión que nos dolió, pero que era necesaria”, asegura Gerardo Salgado, fundador de el Jules, como lo conocíamos todos.

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Foto de Jules Basement.

La labor de convencer

Hace nueve años, en 2011, la idea de un bar escondido era impensable, al menos en México. Jules Basement fue el primer establecimiento aquí en ofrecer una experiencia underground de este estilo, que además tenía una agenda muy puntual ligada al jazz.

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Según Gerardo Salgado, quien ideó el concepto del sitio luego de conocer varios speakeasy de la época en Nueva York, las labores de convencimiento para que aceptaran un bar único en su especie empezaron desde los caseros y se prolongaron hasta los dueños del restaurante que siempre les sirvió de fachada.

“Nadie concebía que fuéramos un sitio escondido. Primero tuvimos que convencer a los vecinos y luego a nuestros clientes. Nos tiraron a locos, por supuesto. Recuerdo que al inicio venía realmente poca gente, muchos de Polanco, y nos pedían que les sirviéramos cubas libres. No entendían que el concepto trascendía completamente lo que daban por sentado al pensar en un bar común”, cuenta Salgado.

Fue una curva de aprendizaje para ellos, como establecimiento nuevo, y también para las personas que se asomaban a la intrigante puerta de refrigerador dentro de la cocina de un restaurante, para acceder a un subterráneo envuelto en una atmósfera de música agradable y tragos de la casa.

Con el tiempo todo cambió. En su momento, el Jules fue “el speakeasy”. Luego de él vinieron todos los demás.

Luces espontáneas

Un día normal de servicio en el Jules. Era de noche y el jazz sonaba de fondo. De pronto, la cantante Lila Downs salió de la penumbra y comenzó a tararear una canción que sonaba en vivo en ese momento.

“Nadie entendía lo que pasaba, pero todos sabíamos que iba a ser una noche muy especial. Muchos pensaron que era un concierto sorpresa o algo, pero no lo era. Ella, con toda la presencia que tiene cuando pisa un escenario, simplemente hizo lo suyo y cantó unas cinco canciones al hilo. Todo, improvisado. Fue una velada mágica”, recuerda Salgado.

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Foto de Jules Basement.

Como esa, el Jules tuvo muchas, muchas más noches de gloria. “Pero todo por servir se acaba”, como dice el propio fundador. A raíz de la pandemia, este jueves 18 de junio el equipo que lo hizo posible decidió dar a conocer que el proyecto se ha acabado.

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“Fue una decisión muy difícil, que nos ha dejado un sabor bastante agridulce: por una parte lamentamos que las cosas hayan pasado así; por la otra estamos muy agradecidos de recibir tantos mensajes de apoyo. A pesar de todo, me parece, el concepto aún les gustaba mucho”, asegura el fundador.

A raíz de eso, Gerardo dice que ha considerado la posibilidad de que el Jules quizá no muera por siempre. Aunque en su horizonte lo único certero es la incertidumbre, dice que no se cierra a un escenario en el que eventualmente pudieran abrir de nuevo, en otra sede.

La puerta del refrigerador, pues, sigue abierta.

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Ollin Velasco
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