El origen del pan de muerto se remonta a la época de la Conquista, cuando se practicaban los sacrificios humanos. Los españoles encontraron tan violenta esta práctica que sugirieron se preparara un pan de trigo cubierto de azúcar roja, que simulaba el corazón de las doncellas sin que tuvieran que perder la vida.
Además, se sabe que en Mesoamérica se preparaba un pan de amaranto molido que después de mezclarse con la sangre de los sacrificios, se ofrecía a los dioses.
Esas fueron los primeros indicios del pan de muerto, que se ha modificado hasta ser como lo conocemos hoy. El círculo al centro del pan simboliza el cráneo del difunto y las tiras realzadas son imitación de los huesos que nos conforman y en algunos casos, se agrega esencia de azahar, que evoca el recuerdo por los difuntos. Según la región, se tienen distintas costumbres para elaborarlo; en Puebla, se le ponen semillas de ajonjolí y en Oaxaca se trata de un pan de yema decorado como alfeñique.
–Calaveritas de azúcar: una tradición familiar mexicana
En el caso de la Ciudad de México, lo tradicional es verlo cubierto de azúcar y en algunos casos, viene relleno de chocolate, el pan es sabor vainilla, se le cubre de azúcar roja, se le agrega naranja, nuez o relleno de calaveritas. En Guerrero el pan de muerto cambia de nombre según la región; ya sean amargosas, almas, o pan bordado, presentan distintas formas y se dedican a cada difunto en especial. En Yucatán a veces lo rellenan de queso crema y en Morelos lo hacen con forma humana de brazos cruzados, cubierto de azúcar roja.
Lo importante, es que como mexicanos no perdamos nuestras tradiciones. El mundo siempre mira atento los sucesos de nuestro país que a través de generaciones han ido modificándose pero jamás perdiéndose. Festejar el Día de Muertos es una celebración por la vida misma, por tomar las cosas con la mejor sonrisa y reír porque nada es eterno y hay que gozarlo mientras dure. Desde 2003, la Unesco declaró el Día de Muertos como Patrimonio de la Humanidad. Ahora es responsabilidad de nosotros informarnos sobre nuestros orígenes y disfrutar de su apogeo para que prevalezcan más allá.
Por Ingrid Cubas @ingrid_cb