Sidney nos recibió con el olor salado del mar y el murmullo de una ciudad que vive entre rascacielos de cristal y raíces antiguas. Caminamos por The Rocks, ese barrio donde la historia australiana aún respira entre fachadas de arenisca y pubs centenarios. Fue allí, justo donde la ciudad comenzó a construirse, que encontramos nuestro hogar en las alturas: el Shangri-La Sydney.
Por Deby Beard

Sidney, más que una ciudad es una pintura viva
Desde nuestra habitación, las vistas parecían una pintura en movimiento. La Ópera de Sídney, blanca y ligera como una concha al viento, flotaba sobre la bahía. A la izquierda, el Harbour Bridge se arqueaba con fuerza, y debajo, los ferris cruzaban las aguas como si tejieran hilos entre orillas. Nos quedamos un largo rato simplemente observando, en silencio, sintiendo que estábamos suspendidos entre el cielo y el mar.
Hay hoteles que ofrecen confort, pero el Shangri-La ofrece algo más difícil de describir: una sensación de paz, de llegada. Tal vez sea el nombre —tomado de la legendaria tierra escondida en el Himalaya, un paraíso utópico descrito por James Hilton en Lost Horizon— o tal vez sea el legado de la cadena, fundada en 1971 en Singapur con la visión de crear santuarios de hospitalidad asiática en las grandes ciudades del mundo. Desde entonces, Shangri-La Hotels and Resorts ha llevado esa filosofía a destinos como París, Tokio, Londres o Delhi, y por supuesto, a Sídney, donde la ciudad y el hotel se abrazan en perfecta armonía.
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Gastronomía de alto nivel frente a la ciudad
Por la mañana, nos perdimos entre frutas tropicales, panes recién horneados y vistas al amanecer en el desayuno del Horizon Club. Por la noche, nos dejamos seducir por la elegancia del restaurante Altitude, donde los ingredientes australianos se transforman en alta cocina frente a una ciudad iluminada. Luego, en el Blu Bar on 36, brindamos por el viaje, por las vistas, por la vida.
Pero más allá del lujo —que está en cada detalle, desde los acabados de mármol hasta la suavidad del descanso— lo que recordamos del Shangri-La Sydney es esa mezcla única de calidez y sofisticación, de historia y modernidad. Aquí, nos sentimos parte de algo más grande: de una ciudad que mira al mundo desde el confín del océano, y de una tradición hotelera que honra la belleza, el servicio y la serenidad.
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