#MeToo destapó la coladera en Hollywood, a la que pronto siguieron varios sectores. El acoso pasa también en la industria restaurantera internacional. Hablemos del problema y cómo combatirlo.
Tenemos que hablar del tema. No hay más.
La segunda mitad de 2017 se vio marcada por el movimiento #MeToo, surgido a raíz de la estrepitosa caída de Harvey Weinstein tras decenas de acusaciones por todo tipo de acosos y abusos. #MeToo destapó la coladera en Hollywood, a la que pronto siguieron varias industrias: política, deportes, ingeniería, tecnología, entre otras.
Por Michelle López – @Mich_Lv
El hostigamiento pasa también en la industria restaurantera de Estados Unidos y la esfera internacional. Aquí, en los restaurantes, las revelaciones de acoso se han dado a mucho menor ritmo que en Hollywood o Silicon Valley, porque esta comunidad posee características muy especiales que en ocasiones dificultan la transparencia: la comunidad de la gastronomía es mundialmente famosa por su nivel de unión y la lealtad entre todos los miembros de la cocina.
Cada restaurante funciona como unidad independiente, como un barco que flota por su cuenta y cuya posición aislada, saturada de trabajo y de presión, y bajo un estricto sistema de jerarquías, dificulta saber exactamente qué ocurre tras bambalinas.
Que el público apenas descubra esta situación no quiere decir que nunca se haya reportado. En realidad, las acusaciones han estado apareciendo durante varios años: de acuerdo a The Independent ya desde 2014 se habían realizado esfuerzos como el estudio del Restaurant Opportunities Center United en Estados Unidos, que reveló que dos tercios de las mujeres que trabajan en restaurantes son acosadas por managers, 80% por colegas, y 78% por comensales; esto es sólo las cifras de incidentes reportados.
Está también la conferencia organizada en 2015 por la restaurateur Jen Agg en Toronto específicamente para discutir la inequidad de género en las cocinas más famosas del mundo, y de la que se derivó una conversación más grande respecto a cómo son tratadas las mujeres que laboran en restaurantes de esta ciudad.
La restaurateur Jen Agg
Durante años ha sido fácil silenciar las denuncias de acoso, sea con acuerdos económicos o intimidando a las denunciantes hasta que abandonan el lugar de trabajo, e incluso la industria restaurantera en su totalidad. Pero la enormidad de las revelaciones recientes en todo tipo de sectores no permite mirar al otro lado tan fácilmente. Por primera vez quizá en la historia entera de la escena internacional ya no es posible seguir ocultando la existencia y el tamaño de la problemática.
En Estados Unidos ya se han empezado a ver acciones para frenar la impunidad y permisividad. La cadena ABC ha tomado medidas contra los chefs señalados: removió al chef Mario Batali del programa “The Chew”, y canceló definitivamente “Great American Baking Show” después de múltiples acusaciones recibidas contra John Iuzzini.
Por su parte, el chef Anthony Bourdain ha expresado abiertamente su rechazo ante cualquier tipo de acoso u hostigamiento. Via Twitter, Bourdain dijo sentirse culpable por no haberse dado cuenta de los abusos que ocurrían en su propio entorno. También dijo al portal Slate que considera una “falla personal” que las mujeres afectadas no lo hayan visto como una figura en la que pudieran confiar para obtener ayuda.
La chef Allison Robicelli se ha mostrado contenta y optimista frente a los cambios que se avecinan y las figuras que han dejado de ser intocables.
En su ensayo “Culture of the Kitchen”, el chef René Redzepi, del afamado restaurante danés Noma, hace una dura crítica contra la cultura de agresividad y maltrato que siempre ha permeado la cocina. El chef denuncia la violencia no sólo sexual, sino física, verbal, y psicológica, que quienes laboran en restaurantes infligen unos sobre otros.
El chef René Redzepi
Redzepi plantea en este ensayo varias interrogantes que la comunidad restaurantera deberá responder, y pronto: “¿Cómo deshacemos las culturas de machismo y misoginia en nuestras cocinas? ¿Podemos ser mejores?”
Pero el primer paso es responder su última pregunta: “¿Queremos ser mejores?” éste sería un buen momento para que la industria restaurantera reafirme su unidad y enfrente cara a cara esta problemática.