Estos lugares tienen una historia familiar de por medio y han servido productos del mar por largo tiempo. Nuestra urbe se ha beneficiado al recibir a los habitantes de otros estados de la República que trajeron con ellos recetas y sabores. Este hecho, aunado a la creatividad capitalina, ha dado como resultado una ruta en la que hay sapidez marina, llena de recuerdos y trabajo duro.
Por Mariana Castillo, Fotos de Víctor Ayala
El Jarocho de Las Lomas
Antonio Nez Popeye comenzó vendiendo cocteles en dicho rumbo hace 41 años. Se hizo tan famoso que se estableció en la esquina que hacen De Iturrigaray y Avenida de los Virreyes, frente a la gasolinera. Aunque él ya murió, sus hijos Elliot y Rafael continúan ofreciendo cocteles de camarón, pescados fritos, quesadillas y empanadas a precios accesibles y con frescura garantizada. No hay nada más democrático que comer en este rincón callejero, pues en él verás señoras pipirisnais, Godínez, choferes, doctores, y un tutti frutti profesional. Comer en frasquitos de vidrio y sus salsas, por supuesto, son parte del encanto.
De Iturrigaray 105
Lomas de Chapultepec
Los Navegantes
Este restaurante, que a mi juicio es de los mejores para comer pescados y mariscos en nuestra urbe, fue inaugurado el 15 de septiembre de 1953 por Carlos Rementería y Graciela Cervantes. Gracias al éxito de su sazón, lo que empezó como un local, en Coahuila 79, con seis mesas y cuatro lugares en la barra donde cocinaban se convirtió en un restaurante en la calle de Córdoba, su ubicación actual, en 1988. El patriarca falleció en 1974, pero esto afianzó más el vínculo familiar con su proyecto en común. Recomiendo que pidas la vinagreta de pescado, una especie de ceviche con aceite de oliva, aceitunas, cilantro, limón y cebolla; el chilpachole de jaiba, que le hace honor a las recetas más puristas con su exquisitez; y el plátano con arroz: cuando lo pruebes, verás que es muy distinto al de otros lugares.
Córdoba 239, Colonia Roma I
La Matoza
Lucio Román Reyes contó que su tío abuelo, con el que se crió, comenzó la tradición de elaborar ceviches desde hace más de medio siglo. Su padre, procedente de Alvarado, aprendió de él y empezó a vender este tipo de alimentos en un carrito de madera en la calle de Lorenzo Boturini, hace 34 años. Hoy en día, padre e hijo continúan orgullosos de sus raíces; transformaron ese puesto móvil en un restaurante que dio como fruto otra sucursal en La Nueva Viga. Es uno de los mejores sitios para comer un fresco e imperdible Vuelve a la vida. Tampoco dejes de probar las empanadas de jaiba. Aquí no hay platillos con queso ni nada congelado (lo cual se agradece).
Rosario 360, esquina Lorenzo Boturini, Col. Lorenzo Boturini
Eje 6 Sur 560, local 3, Colonia San José Aculco (dentro de La Nueva Viga)
El Caguamo (o el K-Guamo)
Teodora Díaz, oriunda de Oaxaca, dijo que su esposo Fernando Tamariz, originario de Veracruz, empezó el negocio familiar con un puesto metálico en la calle de Ayuntamiento (que el próximo 28 de julio cumplirá 41 años). Él trabajaba despachando ostión en otras marisquerías en los setenta, así que decidió iniciar su negocio familiar de forma modesta, aunque hoy en día ya tiene un local en un espacio cerrado. Aún así, los nostálgicos preferimos comer a pie de banqueta porque los insumos son muy frescos, pues se traen diario de la Central de Abasto y La Viga. Ella y sus hijos, Fernando y Alejandro, continúan el legado de su padre, a quien recuerdan con mucho cariño. Pide un ceviche de jaiba o un coctel de camarón si quieres comer entre cláxones, o un mixiote de pescado si vas a su local.
Ayuntamiento casi esquina con López, Centro Histórico (el puesto con la letra “c”)
Ayuntamiento 10, Centro Histórico (el restaurante con la letra k)
Boca del Río
Paulino Castro y Carmen Contreras abrieron este restaurante en 1941. Todo empezó siendo una barra para servir ceviches y cocteles veracruzanos, pero ahora es un gran salón y sigue de pie gracias al trabajo de esta mujer que aún hoy, con 85 años de edad, continúa dándole su toque personal a las preparaciones en conjunto con sus hijos, Jorge y Alfredo. Sus mariscos provienen del Golfo de México y si vas debes pedir las jaibas rellenas y un coctel de camarón. Su filosofía está basada en el buen servicio, la calidad y el precio. Este pedacito del puerto al que le cantara Agustín Lara, con interiores en tono menta, es un testimonio de la época.
Avenida Ribera de San Cosme 42, Colonia San Rafael