Aunque he pasado muchas veces frente a este lugar, en los rumbos de Polanquito (Alejandro Dumas 97, casi esquina con Masaryk), nunca tuve ni el antojo ni la curiosidad de entrar. La terraza se ve muy simple desde la calle, con tres o cuatro mesitas, así como aventadas sobre la banqueta. En el interior se alcanza a ver una tienda de vinos y productos Gourmet, grande eso sí, pero al final, una tienda más. ¡Qué equivocado estaba!
Por Tito Martínez
Sigo pensando que la terraza de la calle es infame, sobre todo si se compara con las que la competencia instala por allá, pero una vez dentro empezó mi deleite y el arrepentimiento por no haber entrado antes. Para esos días en los que no tenemos idea de qué comer, pero sí sabemos qué vino queremos degustar; este sitio es ideal. Cuenta con una extensa diversidad de etiquetas comerciales y premium; tantas, que te lleva un tiempo recorrer y decidir.
Para los que nos gusta el vino rosado en esta época de calor bien temperado, tienen una gran variedad. Los precios son adecuados y puedes disfrutar tu copa ahí mismo con el módico cargo de un descorche. Además, posee una vasta selección de quesos, carnes frías, embutidos, productos orgánicos y latería de alta calidad que también es posible degustar ahí mismo acompañados del excelente pan que ahí hornean. Justo en medio del local, hay una isla para deleitarte con las compras que hayas hecho o dejarte llevar por las propuestas del chef. Como buen glotón hice las dos cosas: compré mis antojos y también ordené algunos platos para no dejar.
Desde que ves los sopecitos de pulpo con adobo de machaca, te enamoras, y cuando los pruebas vas al cielo y de regreso. Al tiradito de king salmón no le duele nadita; tampoco al lechón confitado en su punto y deshuesado. Todo esto va acompañado de un inseparable vino rosado Mirabeu Classic que combina con la terraza del fondo y te hace sentir como si estuvieras en alguna esquinita del Trastevere Romano. El personal es muy servicial y paciente. Los precios están dentro del rango, aunque a algunos sí los sentí disparados, pero incluso así salí con todas las bolsas que pude cargar. Entre la comida y las compras raspamos la cartera. El reto para la próxima visita será contenerse, pues ya ¡Soy Totalmente Catamundi! Me inscribí a sus cursos, a sus catas y, aunque no fumo puro, compré algunos.
Tito Martínez es sagitario, soñador, quesque empresario, cocinero de capricho, tragón sin remedio, escritor de momentos, acidito de humor y zapatero… a tus zapatos.