Si te gustaría viajar a Canadá te dejamos este itinerario de tres destinos imperdibles en Quebec para que conozcas a detalle la magia de esta provincia.
La provincia de Quebec es la más grande de Canadá y una de las más singulares si contemplamos su herencia francesa, inglesa y su milenario legado nativo conformado por las first nations. Esta región canadiense comprende una gran oferta de destinos turísticos, pero esta vez vamos a recomendar tres lugares específicos: Charlevoix, Quebec City y Montreal, un trío de experiencias singulares que puedes vivir en unas vacaciones.
Charlevoix es el lugar perfecto para iniciar la travesía. Es una región apacible, perfecta para las parejas de enamorados que peregrinan hasta encontrar rincones espirituales, resorts y gastronomía, siempre preparada con productos que van de la granja a la mesa.
Para vivir esta aventura hay que comenzar la travesía en Baie-Saint-Paul, una villa que se ha transformado en el sitio favorito de los canadienses que desean huir del rush citadino. Allí se encuentra la calle Saint-Jean-Baptiste, la arteria turística donde convergen galerías de arte, restaurantes, hotelitos encantadores y bares de todo tipo.
La calle parece arrancada de un cuento de hadas, es compuesta por coloridas casas de madera, espacios que han sido decorados con estilos singulares. Vale la pena tomar asiento en Microbrasserie Charlevoix, una cervecería que elabora más de siete estilos y que tiene una linda terraza que permite esperar el atardecer mientras se busca una reservación en Faux Bergers, el restaurante que atrae a foodies de la vecina Ciudad de Quebec y Montreal.
Faux Bergers ha dado en el clavo, se trata un pequeño restaurante enclavado en la granja donde se ubica la cava de quesos Migneron del legendario Maurice Dufour. Allí tres cocineros elaboran una cena maridaje; la misma para todos los comensales, con productos recién recolectados del campo y preparados con técnicas básicas, mediante ahumados y emulsiones. La experiencia comienza con un aperitivo servido en una terraza con vista a la granja y continúa hasta un pequeño salón que se encuentra al pie de la cava de quesos.
En este pueblo hay dos opciones de hospedaje de experiencia. La primera se encuentra sobre la calle turística, es La Grande Maison et Spa, un romántico bed & breakfast que tiene un spa con jacuzi en el interior y un pequeño restaurante que prepara unos deliciosos waffles con miel de maple natural y frutos rojos.
Otra alternativa más hip es el hotel & Spa Le Germain Charlevoix, es de los más grandes en el destino y luce un diseño arquitectónico moderno que funciona muy bien con las áreas públicas, específicamente los bares y restaurantes, que también ofrecen una buena cocina que ejecuta platillos con ingredientes locales. Pero el spa es el sueño de todo prófugo del estrés, es un Nordic Spa que cuenta con excelentes terapeutas y un espacio de áreas húmedas con alucinantes vistas a un hermoso valle que se extiende como un tapiz.
Justo de allí parte el tren Le Massif de Charlevoix, que comunica a Baie Saint-Paul con La Malbaie, un apacible pueblo ubicado a la orilla del río San Lorenzo y donde se encuentra el legendario Fairmont Le Manoir Richeleiu, un resort que atrae a viajeros de diversas partes del planeta, ya sea para jugar golf o para conocer éste, el segundo hotel más antiguo de la cadena.
La Malbaie es un buen punto para rentar una bicicleta o un auto para conocer otras islas, en donde se encuentran una serie de atractivos turísticos, como sidrerías, museos históricos como Les Moulins, todos disponibles mediante conexiones en ferry.
La Ciudad de Quebec se encuentra a solamente una hora y media de distancia de Charlevoix. Es uno de los destinos turísticos más populares de la región y ha logrado conjugar muy bien los diversos estilos de viaje. La arquitectura francesa y victoriana conjuga con espacios modernos, sin embargo es la historia lo que ha forjado a esta bella ciudad, creando un elegante escenario para los viajeros que buscan lujo, placer y libertad.
Un viaje para conocer Quebec City debe incluir al Château Frontenac, el complejo de hospedaje que conforma la experiencia del Viejo Quebec, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad desde 1985.
El Fairmont Le Château Frontenac es sin duda el hotel más fotografiado del mundo e ícono de Quebec City desde que fue construido por la compañía Canadian Pacific Railway a finales del siglo XIX. Y cómo no serlo si esta mole que flanquea el viejo puerto es exuberante desde cualquier punto que se vea, además que ha sido el lugar en donde han coincidido importantes personalidades de diversas épocas, desde presidentes que debían de tomar decisiones durante la Segunda Guerra Mundial, hasta celebridades de Hollywood y de la industria musical que desean pernoctar en este complejo.
Pero como un hotel Premium no puede dejar de lado la gastronomía aquí se encuentran una serie de restaurantes y bares que han marcado tendencia en cuanto a ejecución culinaria se refiere. Tal es el caso del Le Champlain, el restaurante insignia de Quebec City y en donde han desfilado una serie de chefs famosos, pero hoy es dirigido por el joven Stéphane Modat, que ha fortalecido el menú clásico, pero también incluido técnica y vanguardia para crear otros platillos.
Las calles de Quebec City son un museo vivo. Es obligado visitar por todos el viejo casco de la ciudad, sus plazas y jardines, hasta llegar a Quartier Petit-Champlain, la calle más visitada del destino y el distrito comercial más antiguo de Norteamérica que orgullosamente exhibe un estilo y ambiente francés. Allí hay docenas de cafecitos, bistrós y galerías de arte que conforman un bonito corredor turístico que luce romántico tanto en verano como en invierno.
Quebec City cuenta con una nutrida oferta de museos y espacios culturales, como el museo de la Civilización, que permite conocer la historia del territorio; así como el Museo Nacional de Bellas Artes de Quebec, donde se pueden ver obras de maestros del arte canadiense y quebequés, como Horatio Walker, Sylvia Daoust, Clarence Gagnon, Alfred Laliberté.
Montreal invita a descubrir la esencia cosmopolita que sólo Canadá puede ofrecer; desde el Museo de las Bellas Artes y paseos en crucero por el río San Lorenzo, hasta la afamada calle Crescent Street, donde se encuentran espléndidos bares y restaurantes mientras Ferraries y Porsches flanquean la entrada a estos recintos.
En Montreal hay mucho por descubrir. Una de las atracciones que motiva a que los viajeros mexicanos tomen sus maletas para arribar a esta isla (cinco veces más grande que Manhattan) son sus ofertas para el shopping, pues las tiendas que se encuentran en el Boulevard Saint-Laurent se encuentran listas para recibir las tarjetas de crédito de aquellos compradores aficionados.
Justamente esta arteria comercial de Montreal es el lugar indicado para emprender una larga caminata hasta el Viejo Montreal mientras se pueden admirar espectaculares edificios, plazas y jardines. Pero justo a medio camino hay que realizar una escala en XO Le Restaurant que se encuentra dentro del legendario hotel St. James, en la calle del mismo nombre, para beber un Martini y admirar el histórico y bellamente restaurado edificio del antiguo Merchants Bank, que data de 1870 y que hoy está ambientado con un estilo avant-garde.
Una de las nuevas atracciones se encuentran en la Basílica de Notre Dame. Se trata del espectáculo multimedia Aura, proyectado en el interior de esta auténtica galería de arte religioso para resaltar su extraordinaria belleza a través de una intensa y emotiva experiencia video mapping con duración de 20 minutos, diseñada por la fabulosa empresa Moment Factory.
La gastronomía de Montreal es la más cosmopolita de la región, se trata de un santuario para los foodies que buscan sabores singulares y espacios alucinantes, como el restaurante Montréal Plaza, dirigido por el chef Charles-Antoine Crête, un creativo cocinero que decidió abrir su propio restaurante en el 2017, después de haber trabajado en Toqué!, sin embargo Antoine ha roto los paradigmas de la creatividad culinaria, diseñando sus menús de forma participativa, además de contar con un servicio lúdico y divertido. Sólo hay que esperar a que un comensal informe a los meseros que en la mesa hay un cumpleañero para que rápidamente salga todo el equipo de Montréal Plaza con un pastel falso cargado de fuegos pirotécnicos, ataviados con disfraces y sombreros con formas galácticas mientras suena la pieza de “Star Wars” en el equipo de audio.
Actualmente Charles-Antoine Crête se ha ganado fama a pulso. Es un gran cocinero, ha trabajado a lado de Normand Laprise y se ha ganado el respeto a pulso, solo hay que probar caracoles de mar gratinados con manteca de miso, el Patate à Rien, coles de Bruselas fritas, crema de esturiones ahumados, sin duda todo un espectáculo que se complementa con el diseño del famoso taller de Zébulon Perron.